viernes, 8 de mayo de 2009

LOS LOCOS TAMBIÉN NOS ALEGRAMOS

EL LOCO DE LA SALINA

Pasé el fin de semana en Benalup, como me recomendaron en el manicomio. Me enteré de que allí vivía un amigo de la infancia y fui a verlo a su casa. Hacía más de 40 años que no había tenido la oportunidad de intercambiar con él apenas cuatro palabras y me llenó de alegría saber de su vida y obras al mismo tiempo que él supo de las locuras del que esto escribe. Lo conocí en el Seminario en aquellos tiempos del cuplé, cuando nuestros cuerpos no llegaban del todo a la tapa de la mesa. Pero pasaron tantos años, que, cuando salió a saludarme, no me conoció hasta que me quité el sombrero y le repetí mi nombre y apellidos. Luego repasamos todo lo que habíamos hecho y todos los sueños que se quedaron en el camino. Cada uno habíamos tirado por los distintos atajos de la vida, aunque al final estábamos sentados allí recordando, palabra que significa volver a pasar las cosas por el corazón. Jesús Barberá, al que le dicen Jesús incluso cuando estornuda, me contó sus peripecias como empresario y sus luchas por abrirse camino en ese mundo tan lleno de buena gente como plagado de piratas del Caribe. Yo le conté el esfuerzo que me costó coger por los cuernos el toro de los estudios. Todo fue resumido y abreviado, porque lo importante era volvernos a encontrar de nuevo acompañados de nuestras respectivas mujeres. Muchos de los que estuvimos en el Seminario dejamos aquello y nos casamos, otros siguieron y ejercen de curas en cualquier rincón de España, otros se casaron y no dejaron de ser curas...Hubo de todo en la viña del Señor.

Hoy, miramos hacia atrás sin ira y la mayoría lo hacemos con cariño, no solamente porque todo tiempo pasado fue mejor y entonces estábamos en la flor de la juventud, sino también porque recibimos unos buenos principios. Eso me hace distinguir entre católicos y católicos. Respeto al católico de buena fe, al que conserva con buena voluntad la tradición recibida de sus mayores, al que respeta y se hace respetar. No me llevo con el católico meapilas, ni con el que se identifica con el tinglado de una jerarquía caduca y politizada, ni con el que se tira el día dándose golpes de pecho mientras hace daño a sus hermanos.

¿Por dónde iba? El aire de Benalup me ha sentando bien, aunque me ha despeinado la memoria. Ah, por Jesús. He querido dedicarle estas líneas, porque me consta que ha sido un hombre trabajador, constante y de los que amando el futuro lo desafían continuamente.

De un tiempo a esta parte se dedica a la promoción de un artículo inventado y desarrollado por su primo Damián y por él mismo, llamado fregola. La fregola es una fregona que limpia sola, de donde su nombre. Para los amos y amas de casa se acabó el tirarse al suelo y el dejarse el alma apretando un palo. La fregola lleva incorporado un motorcito que cuida los riñones y hace el trabajo de exprimir a fondo. Decía Paco Alba que a los motores no hay quien los resista y llevaba más razón que un santo. Por tanto es un producto inventado aquí, desarrollado aquí y promocionado aquí. Lo he visto en el Corte Inglés y me llamó la atención lo estudiado que está. Por si faltaba poco, la fregola tiene la medalla de Oro Eureka de Bruselas.

Estoy convencido de que, si la fregola se hubiera inventado en Francia por ejemplo, habría una en cada casa, porque ya se encargaría Sarkozy y sobre todo la Bruni de darle el respaldo conveniente a todos los niveles. Pero estamos en España y en Andalucía, con lo que la cosa cambia sustancialmente.

Hoy, teniendo todos la preocupación por arreglar el tema del paro y proporcionar puestos de trabajo allí donde aparezca una idea luminosa, tengo que felicitar a Jesús por llevar adelante su brillante idea y por pertenecer al club de los locos de este insólito país.
N

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