domingo, 28 de junio de 2009

La beatería política

José Antonio Hernández Guerrero

En contra de lo que, a primera vista nos parece, la beatería no es, ni mucho menos, una anomalía exclusivamente religiosa sino que, con frecuencia, se extiende, como una pandemia, a otros ámbitos de la vida ciudadana. Existe, por ejemplo, beaterías progres, culturales, literarias y políticas. Por muy escasa atención que prestemos a estos comportamientos supersticiosos, podemos advertir que también se practican en pagos habitados por paganos que están alejados de los recintos eclesiásticos. ¿De qué otra manera podríamos designar las peregrinaciones a los lugares en los que vivieron, por ejemplo, Elvis Presley, los Beatles, Humphrey Bogart, Ingrid Bergman, la princesa Diana o el mismísimo Camarón de la Isla?

Recuerdo en estos momentos que la subasta en Internet del balón que el capitán de la selección inglesa, David Beckham, lanzó a la grada en la tanda de penaltis del partido de cuartos de final de la pasada Eurocopa de Fútbol que les enfrentó a Portugal, fue adjudicada a un aficionado canadiense, que abonó la cantidad de 28.050 euros. Es posible que el aficionado que pagó tan elevada cantidad estuviera convencido de que ese balón –esa reliquia- contenía no sólo los secretos de la destreza futbolística y las claves del atractivo físico del icono metrosexual, sino también la presencia virtual de su ídolo.

Estoy de acuerdo con Enric en que, donde más se practica esta ferviente devoción, es en el terreno de la política, en el que dogmatismo, el fetichismo y el ritualismo constituyen los ingredientes de una práctica religiosa ampliamente difundida. Si por ejemplo, analizamos las actitudes radicales de algunos de los fieles que profesan la fe nacionalista, advertiremos con facilidad que creen firmemente no sólo en una patria eterna, única y verdadera, sino que, además y sobre todo, veneran con incontenible ardor todos sus símbolos. La exagerada devoción con la que besan la bandera o las reverencias con la que se inclinan ante los líderes, más que respeto, muestran unos sentimientos hondos de adoración, un auténtico culto de latría.

Este fanatismo integrista –y, a veces sectario- puede ser calificado de beatería política, no sólo por su carencia de fondo ideológico –la mayoría de las veces discursos mitológicos vacíos de fundamento histórico- sino también por el poder mágico que atribuyen a cada uno de sus ingenuos ritos. Su adhesión, en la mayoría de los casos, no es a los significados sino a los significantes: a los colores de la bandera o a las melodías de los himnos que poseen, según ellos, unas propiedades sagradas y, por lo tanto, son intocables.

A mi juicio, sin embargo, quienes mejor ilustran las convicciones y los comportamientos que caracterizan a la beatería política son algunos miembros cualificados de los diversos partidos políticos, esos para quienes el líder es un dios inmortal, todopoderoso y sabio, o un mesías que, con una sola palabra, concede la vida eterna, esos que aprenden los discursos oficiales como si fueran palabras reveladas y repiten los mensajes como si fueran fórmulas mágicas. No piensen que me invento la anécdota si les cuento que el otro día, una amiga, militante de uno de esos partidos, me dijo que, durante unos días, no se lavaría la mejilla que le había besado, al final de un mitin, el carismático líder de su grupo político.
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martes, 23 de junio de 2009

MANIFIESTO CEIP SAN PEDRO CRISÓLOGO. Rafael Redondo

Los profesores y profesoras del CEIP San Pedro Crisólogo, sumándonos a la iniciativa de otros profesionales de la educación hacen costar en acta, adjuntan al plan anual y manifiestan que:

* Analizada la situación actual en el ámbito educativo,constatamos que que la Consejería de Educación incumple año tras año sus compromisos y obligaciones en ara de una verdadera calidad educativa tales como:

-Agilidad y eficacia a la hora de cubrir las bajas del profesorado.

-Nombramiento de profesores de apoyo con funciones educativas ,no como sustitutos .

-Disminución del número de alumnos por aula en infantil de tres años,en los grupos donde el encontremos alumn@s con necesidades educativas especiales , asÍ como en los centros en los que el espacio no cumpla los requisitos legales de número de m por alumn@ y aula.

-Nombramiento de personal especializado para las labores asistenciales en infantil de tres años(monitores y
monitoras),y su inclusión en las plantillas de los centros desde el comienzo del curso escolar.

* Por todo esto el malestar aumenta en el profesorado cuando la Consejería adopta medidas que desmerecen en todo momento la esencial y necesaria labor del profesorado.

Parece que a la Administración o no le importa o entiende que ésta radica únicamente en el número de horas que los alumnos y alumnas pasen en los centros educativos, y en planes de calidad que confunden a la sociedad y engañan a las familias además de hacer que el profesorado deba "vender" los aprobados a cambio de incentivos económicos.

* Los profesores y profesoras del CEIP San pedro Crisólogo,abajo firmantes,consideramos necesario un cambio de la Administración en la gestión de recursos económicos destinados a mejorar la educación en Andalucía,un cambio en las prioridades de inversión, ya que creemos que la verdadera Calidad de enseñanza se basa fundamentalmente en:

-Una buena planificación y organización del curso escolar.
-Disminución de la ratio.

-Incorporación en plantilla de los monitores de E. Infantil.

-Profesores de apoyo que puedan ejercer sus funciones.

-Agilidad para cubrir las bajas del profesorado.
-Valoracíon de la labor que realizamos lo mejor que podemos y sabemos todos los docentes.

*Ante esta situación y ante la falta de respuesta de la Administración trás la realización de otras medidas reivindicativas,los profesores y profesoras de este centro hemos considerado la necesidad de un cambio de actitud en nuestra tarea educativa .

NOS CENTRAREMOS EN NUESTRA SERIA LABOR DOCENTE DENTRO DEL AULA Y NO VAMOS A COMPROMETERNOS EN LA REALIZACIÓN DE PROYECTOS Y ACTIVIDADES QUE SUPONGAN UN ESFUERZO Y VOLUNTAD EXTRA MIENTRAS LA ADMINISTRACIÓN NO OFREZCA LAS GARANTÍAS Y RECURSOS HUMANOS NECESARIOS. GARANTÍAS QUE ,SIN LUGAR A DUDAS EMANAN DE NUESTRAS PETICIONES.

Queremos dejar claro así mismo ,que desde esta postura estamos queriendo hacer valer no sólo nuestro derechos como trabajadores y trabajadoras de la Educación ,sino también los de las familias y los del alumnado a los que claramente se está faltando.

* Estas medidas se concretan en los siguientes aspectos:
- No realización de Semana Cultural ,ni fiesta de fin de curso de curso .

- Las actividades de los "días especiales" se realizarán dentro del horario lectivo y de cada aula, no a nivel de centro,siempre según acuerdo de los profesores de ciclo.

- Reducción de las salidas (excursiones) a una por trimestre como máximo .Estas tres actividades que se realizarán fuera del centro serán organizadas y programadas por los profesores de nivel y no excederán el horario de 9 a 14 horas.

- No realizaremos cursos de formación , planes educativos ni proyectos de innovación a nivel de centro.

- La información de la evaluación dl alumnado de E. Infantil se hará por escrito de forma anual, no trimestral. PROFESORES Y PROFESORAS:

sábado, 20 de junio de 2009

Añoveros

José Antonio Hernández Guerrero

El 13 de junio, hace exactamente cien años, nació Antonio Añoveros, un hombre apacible, esperanzado y valiente, que se empeñó en explicar el Evangelio con palabras claras y que decidió vivirlo de una manera coherente. Es comprensible que esa claridad y esa coherencia provocaran la mayor crisis entre la Iglesia Católica y el régimen franquista agonizante. ¿Cuál hubiera sido –nos preguntamos- su actitud en el seno de la actual Conferencia Episcopal?

Al conmemorar este centenario recordamos su paso como Obispo Coadjutor -1954-1964-, y residencial -1964-1971-, en la Diócesis de Cádiz y Ceuta. Aunque es normal que la mayoría de los medios de comunicación fijen su atención en la acción pastoral que Añoveros desarrolló en la delicada Diócesis de Vizcaya, debido a la reacción desproporcionada del Gobierno de Franco por aquella pastoral que, publicada en 1974, hacía un llamamiento para que se reconociera la identidad cultural y lingüística de pueblo vasco, nosotros preferimos resaltar las dimensiones de su talla humana y la calidad de su compromiso evangélico.

En mi opinión, la palabra “cercanía” resume acertadamente la rica personalidad de este obispo que, en vez de padre, prefirió ser hermanos y amigo. Su proximidad al pueblo y su contacto vivo con las gentes constituían, además del resultado visible de sus cualidades naturales y de su virtudes pacientemente trabajadas, la explicación más clara de su lectura del Evangelio. Su cariño, su humanidad, su cortesía, su permanente disposición para oír era su traducción literal de su profunda fe en las palabras de Jesús de Nazaret. Por eso se sentía a gusto en la calle conversando con sus gentes.

El Evangelio -repetía con frecuencia- no sólo es un contenido, sino también un estilo. Por eso se esforzó en sustituir todos los símbolos de poder, de dominio, de grandeza, de dignidad, de lujo, de importancia, de brillo y de riqueza. Por eso, prefirió vivir en un apartamento, viajar el tren, vestir el color negro y cubrirse su calva con la boina.

Progresivamente fue pasando del sermón a la homilía, a la plática, al coloquio, al diálogo y a la conversación. Los términos abstractos -"salvación", "abnegación", "esperanza"...- se convirtieron en palabras concretas: hablaba del vecino de al lado, del sueldo injusto, de la vivienda insuficiente, del campo abandonado. Su público interlocutor se fue reduciendo hasta encontrar a la persona. "Es ahí donde tenemos que sembrar", "ahí donde se sufre y se disfruta", "donde se ama y se odia", "donde se cree y se espera".

Si Juan XXIII fue un "Papa-Obispo", Añoveros fue un "Obispo-Párroco que visitaba las viviendas, que paseaba por las calles; que entraba y salía, que, con mirada amorosa y crítica, escuchaba atentamente y, después, aconsejaba. Si el episcopado de muchos de los obispos de aquellos tiempos se caracterizaba por su carácter disciplinario, el de Añoveros se definió por su dimensión pastoral. El principio en el que apoyaba toda su doctrina -esquemática y clara- y el criterio -flexible y cambiante- que orientaba sus tareas y determinaba la validez de sus actividades episcopales eran eminentemente apostólicos entendiendo por tal la atención a las demandas reales y la respuesta evangélica a las necesidades concretas de los fieles y de los necesitados de las Diócesis de Cádiz y Ceuta.

viernes, 19 de junio de 2009

Celibato de sacerdotes:

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Manuel Mota

Fue hace tres años, a la salida de un cine estábamos tomando un refresco cuando paso un joven, de buen porte y, evidentemente, se trataba de un sacerdote o de un seminarista. Cuando pasó cerca de nosotros, una muchacha que estaba sentada en una mesa al lado nuestro, dijo en voz alta: “¡qué desperdicio!”.
Él se detuvo, dio la vuelta con parsimonia, semblante tranquilo, y con voz pausada, clara y masculina dijo:
“Desperdicios como yo somos llamados por Dios para tratar de salvar a desperdicios como tú”.

En los últimos meses han salido a la luz diversos casos de sacerdotes, e incluso de algún obispo, que fallaron a su promesa o voto de celibato. Más allá del morbo que suscitan todos estos sucesos y que suelen ser objeto de venta por parte de algunos medios de comunicación, y de consumo por parte de muchas personas, está una reflexión más profunda. Digo ya desde ahora que no justifico en ningún caso las acciones, pero me queda claro que tampoco puedo constituirme en juez de nadie, menos después de haber reflexionado un poco más en algunos puntos que no pueden pasar desapercibidos.

El primer punto es relativo al qué hago yo cómo católico por los ministros de Dios. Conozco a no pocas personas que atacan y critican los casos que objetiva o falsamente van saliendo a la luz, incluso siendo creyentes, pero ¿acaso rezamos y nos sacrificamos por ellos?

Es verdad que tanto sacerdotes como religiosas son o deben ser conscientes de la radicalidad de su llamado y de las exigencias que éste mismo implica, pero esta consciencia no nos exime de estar más pendiente de qué necesitan nuestro sacerdotes y religiosos, no nada más materialmente, si bien ya es buen comienzo.

Una palabra de aliento, estar disponibles para escucharles, ayudarles, atenderles… en definitiva vivir la fe, que es también un hondo sentido de familia, debería ser una constante. Su ministerio pastoral es costoso y las más de las veces no vemos todos los sacrificios humanos que se esconden detrás del apostolado de cada una de las personas consagradas.

Otro punto es referente al trato. A veces me llama la atención que las mujeres jóvenes deseen confesarse con los curas jóvenes como si el perdón dependiese de la juventud del confesor. Quizá por prudencia y en un afán de ayuda a través de su consejo, debería ser más habitual acudir a sacerdotes experimentados al momento de tratar o pedir confesión en temas tocantes al sexto y noveno mandamiento, especialmente.

También me impacta la manera como a veces pueden ir vestidas las mujeres ya no solo a ese Sacramento (escotes de pecho y falda, pantalones entallados, etc.). En este contexto, las mujeres respecto a los hombres consagrados, y los hombres respecto a las mujeres consagradas, deberíamos saber presentarnos decentemente delante de ellos. Sí, son parte de nuestra familia en la fe pero no hay que comportarse con familiaridad con ellos: tocarles en todo momento, abrazarles a la primera ocasión, desvivirse en halagos que, además de que pueden ser adulaciones falsas, salen sobrando… El sentido de familia y la familiaridad son dos cosas diversas.

Durante las últimas semanas también me ha venido insistentemente a la mente una pregunta: ¿en quién tengo puesta mi fe? Y está claro: ante todo mi fe está puesta en Cristo. Por tanto el fallo de un sacerdote –o de millones de ellos, si se diera el caso– no debe mermar mi fe en Dios que no falla, y en su Iglesia, medio de salvación. Mi fe no está en el ministro sino en Cristo mismo. Un sacerdote podrá fallar porque puede elegir libremente el mal, pero Dios nunca falla. Me queda claro que a pesar del ministro, Dios actúa. Y esto es una muestra más del milagro y del misterio de la fe: Dios nos puede hacer llegar su gracia a través de cañerías sucias porque nos ama.

No tengo en reparo en decir que besaría las manos de todos los sacerdotes del mundo, también de los indignos; no porque ellos lo merezcan sino porque son las manos que han bajado a Dios a la tierra y un día fueron ungidas con el óleo que los configuró sustancialmente con Cristo.

Vivimos en un tiempo donde la sexualidad ha sido banalizada. Lo erótico se ha convertido en objeto de consumo y más se vende en tanto cuanto esté menos cobijada la persona que exhibe.

La publicidad en la televisión, en las revistas, en los periódicos, en los anuncios espectaculares al lado de las autopistas y carreteras; las canciones, los programas y series de televisión, las películas… todo parece querer llevar en una sola dirección. Y es obvio que un alma consagrada no va con los ojos vendados por el mundo. También es víctima de ese ambiente pero nosotros podemos ayudarlo. ¿Cómo? Cuántos correos electrónicos de dudosa reputación podemos evitarles (o también los que sólo le pueden quitar el tiempo); cuántos regalos verdaderamente útiles de acuerdo a su condición de célibes; cuánta motivación de nuestra parte para espantarle “las moscas que merodean la miel”; ¡hay que seguir suscitando el amor a nuestros sacerdotes y monjas! ¡Apoyemos la vocación de quienes Dios quiere llamar en nuestros hogares! Este año sacerdotal que comenzaremos el próximo día 19 de junio, por iniciativa del Papa Benedicto XVI, es un medio más para revalorar la figura sacerdotal.

No creo que la abolición del celibato sea la medida correcta ante los hechos que hemos ido conociendo y que, quizá en un futuro, se seguirán sucediendo. Y no lo creo porque la fe suele ir contra corriente, la fe no está para adaptarse a lo trivial y novedoso, la fe no es fruto de la democracia. Me parece que la Iglesia ya está haciendo mucho al recordar constantemente cuáles son las motivaciones que debe haber en el candidato al sacerdocio, lo que muchas veces vale también para todas las almas consagradas.

No se me hace justo que precisamente los que hablen contra la castidad consagrada sean precisamente los que han fallado en ese compromiso que un día hicieron consciente y libremente esas personas. ¿Y los testimonios de tantos otros que viven sus compromisos de amor con Dios, por qué no salen a la luz con tanta insistencia como los de los absentistas?

Cuando aquel joven sacerdote –¿o seminarista?– respondió de esa manera a la chica, comprendí que ese hombre amaba su vocación y tenía clara la misión que Dios le había confiado y él aceptó realizar. Desde entonces he caído en la cuenta que mi misión como católico es también la de apoyar esa misión que, en definitiva, también es la todos los que creemos en Cristo.

jueves, 18 de junio de 2009

Una reflexión sobre la seriedad al escribir y pensar. José Antonio Carmona

Me he encontrado en el blog unos escritos sobre el paradigma, que aunque no me citan por el nombre, sí lo hace indirectamente, pues cuanto dice está en consonancia con mi último artículo y parecen referirse (ridiculizando) constantemente a lo que digo en él.

Todo el mundo tiene el derecho de pensar y de decir lo que crea que ha de pensar y decir. Otra cosa en la que no solemos caer es que no todos los pensamientos tienen la misma validez, pues una vez se ha demostrado por el consenso comunal de los que llegaron a la misma experiencia o a los mismos datos con los mismos medios, lo consensuado adquiere valor de verdad en el campo de que se trate: experiencias sensibles, mentales o contemplativas. Y el valor de la verdad no es el de la hipótesis y menos el de la chorrada.

Si alguien, pues, quiere tratar un tema en “cachondeo” es muy libre de hacerlo, pero quiero referirme a algo concreto con lo que no estoy de acuerdo.

1º En que “lo que se dice en “cachondeo” y lo que se dice en serio sean las mismas chorradas, que no se las cree ni el que las escribe”. Con esta afirmación se desmorona toda posibilidad de encontrar alguna vez la verdad, puesto que todas las cosas serán chorradas, y por lo tanto lo mismo dará siempre una cosa que otra (error que verdad, certeza que duda, avance que involución...).

O lo que es lo mismo que lo único absoluto será el “cachondeo”, todo lo demás, trátese de lo que se trate, pues se ha de “cachondear uno de todo” no serán más que chorradas (imbecilidades, estupideces).

Así todo lo conseguido en la evolución de la conciencia en miles de millones de años en ciencias, tecnologías, sociología, medicina, psicología, filosofía...(digo miles de millones de años, pues pienso que la conciencia es otro nombre del Absoluto eterno que también se manifiesta en el tiempo desde el inicio) no tiene valor absoluto alguno. Todo chorradas.

2º En que este “cachondeo” sea un mofarse de otro, aunque se haga de forma indirecta. Pese a todo lo que se pueda decir, creo que el respeto (re.spectare; mirar al otro como yo que es) es un valor, no una chorrada. Y no es lo mismo valor que chorrada, aunque alguien los quiera identificar. Es tremenda esta tendencia de la ¿cultura? dominante de igualarlo todo por el nivel más ínfimo, más hortera, más vulgar... ¿Todo chorradas?

José A. Carmona

martes, 16 de junio de 2009

LA PEROLA

EL LOCO DE LA SALINA

Con esto de la crisis nos tienen locos, por lo cual difícilmente nos vamos a curar en este manicomio de la demencia que arrastramos. De momento y por las buenas, como el que no quiere la cosa, nos han suprimido el desayuno con la brillante excusa de que ayunar desde tempranas horas es muy saludable, aunque sin especificar para quién. Por lo visto así funcionan los cuerdos. Sin embargo yo, a pesar de la que está cayendo, me las apaño para darle algunas alegrías al estómago y, cada vez que se relaja la vigilancia, desaparezco y me doy mi correspondiente vueltecita por Cádiz. Suelo recalar en la calle Cánovas del Castillo y, por llevarle la contraria al 33, antipático número que me hacen repetir los médicos casi todos los días, le doy las espaldas y me doy de cara con La Perola, establecimiento entrañable y más gaditano que las serpentinas. Su dueño, Paco Leal, es una máquina de cocinar con arte, aunque no se le queda atrás Miguel Gallardo. Desde tempranas horas están metidos, uno u otro, en su pequeña cocina preparando todas las tapas del mundo.
A mí me encantan todas las tapas, excepto la que me han de echar algún día contra mi voluntad, pero sobre todo disfruto con la variedad. Me pongo a desayunar. Apenas voy por la primera tostada, cuando salen de la cocina olores de garbanzos con langostinos como para reventar de gusto. Cuando le voy a echar azúcar al café, comienzan a desfilar por la barra huevos de todos los estilos. No pueden imaginarse las gallinas la cantidad de platos que se hacen en La Perola con el ovalado producto de su esfuerzo, ni las tortillas tan sabrosas que nacen de la simple unión del huevo y la patata con ese toque secreto que solamente saben dar los artistas culinarios. No he terminado aún de desayunar y salen unas pechugas de pollo por las que moriría el mismísimo Carpanta. Y después berenjenas, y garbanzos con chocos y...Ya saben ustedes que los locos nos distinguimos sobre todo por esa imaginación desbordante que siempre llevamos volando dentro de la cabeza.
Pues bien, en La Perola deben estar también un poco volados, porque no hay plato ni tapa que no tenga su punto imaginativo y original. Me dice Paco Leal que lleva luchando en La Perola 12 años y que ha aprendido por sí mismo todo lo que sabe a base de recopilar muchas recetas y de experimentar en plan autodidacta con la infinita gama de sabores que desprenden los productos de esta tierra marinera.
Es un local pequeño, aunque con mesas y sillas en su entrada, agradable y adornado de objetos sencillos, antiguos y curiosos que Paco ha ido reuniendo con mucha paciencia y esmero. Por él han pasado muchos personajes célebres de esta España que nos va a enterrar un día sin que apenas nos demos cuenta.
He podido leer cantidad de revistas tanto extranjeras como españolas en las que se aconseja a los turistas hacer una obligada visita a La Perola. Hay que ver que los guiris se enteran de todo y no hay secreto que se les escape. Asimismo he podido leer que es un sitio recomendado por la Guía Verde, que no estará tan verde cuando tanto sabe.
Yo quiero desde estas líneas felicitar a Paco Leal, que además de buen cocinero es un amante del Carnaval y excelente maquillador, y a Miguel Gallardo por esa batalla diaria a que someten la imaginación estos dos gaditanos, cuya pasión es la cocina creativa.
También a Daniel y a Yuri por la amabilidad que derrochan con los clientes. Pero también quiero darles las gracias a todos ellos por ofrecerle tantas mañanas a mi locura un lugar como La Perola, donde desayunar es un lujo y comer una gozada. Gracias y que sirvan estas líneas de homenaje a los que hacen que su trabajo sea disfrutado hasta por los locos como yo.

viernes, 12 de junio de 2009

De elogios y adulaciones

José Antonio Hernández Guerrero

Elogiar y adular son dos palabras que, aunque con frecuencia las confundimos, poseen significados diferentes y, en cierta medida, opuestos. El elogio es la expresión de nuestra valoración positiva de una cualidad o de un comportamiento. Su fundamento reside en una impresión grata o en un juicio libre, generoso y amable que surge de la admiración sincera. Es una mezcla que incluye, en diferentes proporciones, nobles sentimientos de humildad, de solidaridad y de gratitud. Es, también, una muestra espontánea de sensibilidad y de delicadeza. Por eso, para aprender a elogiar hemos de cultivar las virtudes morales y el gusto estético: hemos de ser más buenos y más sensibles. Por eso, sólo las personas admirables son capaces de admirar.

Hace ya mucho tiempo que presto atención a aquellos ciudadanos que muestran admiración y, también, a los que, por el contrario, nunca encuentran motivos válidos para expresar una agradable sorpresa o una entusiasta valoración de los objetos o de los comportamientos ajenos. No exageraré afirmando que este freno al elogio crítico siempre es consecuencia de mezquindad, de envidia o de tacañería, pero sí declaro que esta contención admirativa puede es una barrera que limita o anula el disfrute de las cosas buenas que nos rodean.

Algunos están ingenuamente convencidos de que, minusvalorando las cualidades de los compañeros, su talla crece, y de que, por el contrario, cuando elogian a otros, su prestigio disminuye. Es conocida la dificultad que experimentan algunas personas para reconocer los méritos no sólo de los adversarios sino también de los compañeros y, a veces, de los familiares y amigos. La razón que suelen aducir es que les molesta la adulación. No advierten que este vicio ególatra posee un origen, un contenido y una finalidad diferente a la generosa virtud del elogio.

La adulación es una estrategia servil y egocéntrica, que pretende ganar la voluntad de los superiores o de los inferiores mediante exageraciones y, a veces, a través de falsedades: es un elogio interesado, desmedido e hipócrita. Por eso molesta, incluso, a los destinatarios. Como dice el dicho popular “la limosna, cuando es excesiva, hasta al pobre extraña”. Es posible que ésta haya sido la clave de la interpretación que algunos compañeros de partido han hecho de las palabras pronunciadas por la secretaria de Organización del PSOE, Leire Pajín, quien, durante la campaña electoral, aseguró que la proyección de Luis Rodríguez Zapatero, cuando presida la Unión Europea, alcanzará una dimensión planetaria.

Ésta es la razón –querido Enric- por la que prefiero dibujar perfiles de esas personas sencillas que, aunque no han sido beatificados en procesos canónicos ni santificados oficialmente por las curias políticas, periodísticas o académicas, están dotadas de una serie de valores que las hacen dignas de ser reconocidas, respetadas, admiradas y, en la medida de lo posible, imitadas.

Ya he confesado a algunos lectores que mi propósito no es componer apologías o panegíricos, destinados a elaborar un santoral laico o un martirologio patriótico, sino, simplemente, sacar a la luz las virtudes sencillas que dotan de consistencia y que proporcionan solidez a las vidas normales de los seres comunes, de las personas ordinarias, que conviven con nosotros y que escapan a la arbitrariedad de la existencia.

viernes, 5 de junio de 2009

Política interactiva

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José Antonio Hernández Guerrero

A los amigos que, saturados ya de tanta política, decidan no leer este artículo hasta el final, les adelanto mi propuesta: que voten mañana domingo. Les sugiero que, con independencia del partido que apoyen e, incluso, aunque prefieran depositar la papeleta en blanco, que voten con el fin de dejar claro que, por ser ciudadanos, todos nosotros somos los propietarios y los responsables de ese poder que delegamos para que ellos nos representen. Con nuestro voto hemos de transmitirles a los políticos un mensaje claro: que nuestra cuota de poder sólo se la prestamos de una manera provisional, que nuestro encargo consiste en que interpreten adecuadamente nuestras demandas, que respeten escrupulosamente nuestra voluntad, que cumplan sus promesas y que, por supuesto, después, nos rindan cuentas.

Es urgente enviarles el recado de que tienen que comportarse, no como jerarcas, sino como mandatarios, o sea, como mandaderos, como personas a las que les encomendamos un servicio, una misión de la que nos tienen que responder. Ellos son nuestros servidores, unos simples administradores de nuestros poderes, no los dueños.

De la misma manera que en los periódicos, en la radio y en la televisión, cada vez más los protagonistas somos los lectores, los oyentes o los telespectadores, en la política los ciudadanos debemos aprovechar todos los resquicios para intervenir de una manera más libre, más activa y más directa. La fuerza de los políticos para mover el barco en el que todos navegamos en una determinada dirección no les viene del cielo, pero tampoco se la proporcionan los bancos, los medios de comunicación, los científicos, los artistas o los intelectuales, sino las voluntades de la mayoría de ciudadanos que, como es sabido, no tenemos más remedio que unir nuestras fuerzas para cubrir esas necesidades del cuerpo y del espíritu que sólo se pueden atender mediante la colaboración solidaria de todos.

Si los políticos, por muy agnósticos que sean, se creen investidos de poderes sobrenaturales es, sobre todo, porque nosotros, con nuestras actitudes devotas, contribuimos a elevarlos a los altares o, quizás, a las nubes. Por eso adoptan esas poses tan cómicas, tan patéticas y tan ridículas. Por eso están tan preocupados por perder el poder, por eso se insultan recíprocamente, por eso se sienten vejados cuando les decimos que dependen de nosotros.

Éstas son algunas de las claves que, a mi juicio, explican la virulencia con la que se han arañado y lanzado dentelladas en esta campaña electoral en la que se nos han mostrado como muñecos llenos de pasiones, en vez de proporcionarnos argumentos y de ofrecernos explicaciones de sus respectivos programas. Es una pena que no hayan aprovechado los debates, los mítines y las declaraciones para, haciendo un ejercicio de pedagogía, explicarnos cómo nos afecta Europa y lo mucho que nos jugamos en las elecciones europeas como, por ejemplo, el futuro de la agricultura, de la ganadería y de la pesca, el problema de los cítricos, de la leche o de la madera, del medio ambiente o del desarrollo de la industria tecnológica. Es lamentable que, en plena crisis económica, los grandes partidos hayan gastado sus energías y su imaginación para lanzar densas cortinas de humo en vez de ofrecer fórmulas para lograr un equilibrio estable entre la eficiencia económica y la solidaridad social, entre el culto a nuestras raíces y la trascendencia de las fronteras. Creo que votar es la mejor manera de, al menos, paliar el efecto aletargante de esta sobredosis de insultos.
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Sortear la vejez y vivir la ancianidad

José Antonio Hernández Guerrero El comienzo de un nuevo año es –puede ser- otra nueva oportunidad para que re-novemos nuestr...