domingo, 26 de noviembre de 2017

Respeto



José Antonio Hernández Guerrero

De la misma manera que, a veces, valoramos más las peanas, las tribunas, los escenarios y los tronos que a los personajes que en ellos se asientan, también es frecuente que respetemos a las personas más por los cargos que ostentan, que por su condición humana y por su talla moral. En mi opinión, por el contrario, merece más respeto nuestra común dignidad humana que las distintas funciones que, eventualmente, desempeñemos. Aunque parezca una obviedad, no está demás que afirmemos que es digno del mismo respeto el general y el soldado, el rey y el ciudadano, el profesor y el alumno, el obispo y el monaguillo, el pobre y el rico, el listo y el torpe, la señora y la criada, el blanco y el negro, el creyente y el agnóstico, el guapo y el feo.    

Este respeto es -o debería ser-, a mi juicio, el fundamento último de todas las normas que regulan nuestros comportamientos éticos, nuestras relaciones sociales e, incluso, nuestras actividades políticas. En esta consideración de la persona se apoyan los derechos humanos de los individuos: unos valores que, como por ejemplo la libertad, la justicia y el trato correcto, constituyen los fundamentos de la convivencia en paz de las personas y los cimientos de la colaboración mutua imprescindible para mejorar la calidad de vida y, en consecuencia, para lograr un mayor bienestar individual, familiar y social.

Esta dignidad suprema de todas las mujeres y de todos los hombres es el escalón que nos levanta sobre los demás seres de la naturaleza, éste es el peldaño fundamental que nos constituye a todos en sujetos dignos de respeto. Las demás escalas, los escalafones, las categorías, los rangos, las jerarquías y los títulos, por muy pomposos que sean, por mucho que se revistan de oropeles, poseen una mínima relevancia si los comparamos con la básica. El respeto esencial, por lo tanto, no es una exigencia determinada por la edad, por el saber o por el gobierno, sino una consecuencia de nuestra común condición humana, es una derivación de la dignidad suprema del ser humano.

Si, aceptando esta premisa, dirigiéramos una mirada panorámica al conjunto de la sociedad y de la historia, tendríamos la impresión de que contemplamos un paisaje bastante homogéneo en el que las posibles elevaciones no deberían estar determinadas por los cargos políticos, por las relevancias sociales, por los niveles económicos ni siquiera por las “dignidades” religiosas sino, más bien, por la coherencia ética, por la competencia profesional o por el servicio social, en resumen, por la nobleza y por la calidad personal.       

A veces hemos tenido la impresión de que el respeto era esa actitud infantil, sumisa y miedosa ante los poderosos, una secuela de una carencia de libertad intelectual, moral y religiosa, en vez de ser una respuesta adulta y libre al que le confiamos una misión de servicio a la sociedad. Por eso, hemos podido comprobar cómo el tradicional despotismo del jefe orgulloso y brutal ha destruido el respeto solidario y lo ha reemplazado por el servilismo que ha dado lugar al atropello, a la huida o a la rebelión.

Hemos de evitar confundir la falta de respeto con un debilitamiento de las viejas formas y la sustitución por otras pautas acordes con la sociedad democrática. El respeto es -insisto- una de las formas de la solidaridad y, por eso, afirmo que todos y cada uno de los seres humanos son dignos del mismo respeto, aunque no estemos de acuerdo con sus ideas, con sus palabras o con sus comportamientos. La única manera de inspirar respeto es respetándose a sí mismo y respetando a los demás. Para lograrlo hemos de conocer el valor propio y reconocer el valor de los demás.

viernes, 24 de noviembre de 2017

‘ME HAN DICHO QUE’…



Me han dicho que el amarillo está maldito pá los artistas/ y ese color, sin embargo, es gloria bendita pá los cadistas’…
Tal como en el ‘himno oficioso’ carnavalero del Cádiz de Manolito Santander y la Familia Pepperoni.
Que ha devenido –el que canta ‘la afisión’, el ‘pueblo’, la ‘gente’-  mucho más ‘popular’ que el ‘oficial’  de Antonio Escobar y Rafael Parodi:  ‘Cuando salta al terreno de juego/ nuestro equipo amarillo se ve/ la emoción en todo el graderío/ y en el once la alegría y la fe’…
También ‘me han dicho que’ el conocido,  por el pueblo y la gente de Cádiz, como Paseo de Canalejas (político liberal, muerto en atentado anarquista en 1912) y rotulado como ‘Ramón de Carranza’ (alcalde de Cádiz con Primo de Rivera y ‘mú poquito’ con Franco) .  Y al que, ahora pretenden  sustituir con otra rotulación : ‘4 de Diciembre’ (fecha de nacimiento de otro gallego, Franco).
Bueno, pues en esas estamos
Porque lo último ‘que me han dicho’ es –como en la copla: ‘en Cádiz hay un sereno que nunca sereno está’- que en Cádiz hay un concejal, elegido por ‘su gente’,  joven, inquieto, inexperto, que padece inopia, amnesia y ‘desmemoria histórica’. Obsesionado por el cambio y la tergiversación de nombres, letreros, rótulos, letras y músicas….
‘Me han dicho que’ también quiere cambiar lo de ‘Estadio Carranza’.
Y el himno de ‘La Familia Pepperoni’ Letra y Música.
Y que donde se canta: ‘Benditos sean los que llenan de esperanza/ cada rincón, cada escalón, de mi Carranza’, se cambie el ripio,  la rima.
‘Bendito seas, Alcalde Kichi, nada de puros, nada de palco/ con ‘su gente’, desde la grada/, comiendo pipas, ‘defiende al pueblo’, a sus ‘briigadas’, rojas o gualdas…
Me han dicho.



                                                                                  Luis J. Suárez Alvarez
                                                                                  DNI 31062170

                                                                                   Cádiz.

lunes, 20 de noviembre de 2017

BARRIGUITA EL BOLICHERO




El alazán empenachado lleva el ronzal negro brillante. El dorado freno le hace babear mientras piafa agobiado por el calor de julio, las moscas y los perros que se acercan a sus patas.


Es el caballo enjaezado a la federica que tira del carro  fúnebre de buena planta acristalado en los laterales y la puerta de atrás por donde se mete el ataúd. Biselados los laterales ornados con cruces, ciriales y ángeles alados que sueñan con volar pronto del sofocante calor de un mediodía con levante junto al Mediterráneo en la playa del Castillo de La Línea, el Peñón cortado a pico, blanquecino, con la moña del morrión en la montera de la roca de Gibral Tarik, hoy speak english.


Siete u ocho kilómetros cuadrados de oscura arena con el sol en su vertical que reverbera el silicio como diamantes empobrecidos sin uso ni disfrute que  acogen cerca de mil barracas de madera, papel y cartones, hojalatas y uralitas.


Tres mil?, cuatro mil almas?. Nadie lo sabe. No hay censo ni padrón. Solo hay censo de veintiún leprosos que viven en unos u otros de los recovecos que entre si dejan escapar las barracas. Se vive, como siempre en La Línea, de milagro. Matuteo, contrabando, hurto al menudeo, trile, chuleo de las mujeres de la calle Gibraltar, aligerar los dólares o las libras de los de la Royal Navy o los de la Sexta Flota cuando atracan en el Irredento y vienen aquí en busca de mujeres o llevándolos a las timbas del paseito Fariñas, de la calle Teatro, o detrás de la casa del gobernador por la plaza de toros. O emborrachándoles en el Moderno, en el Disloque, en la Esquinita y luego dejándolos sin carteras, dinero, relojes o cadenas en un rincón a la espera de la policia militar o la ronda de los civiles.


El alazán mueve los jaeces con parsimonia. Sabe que los muertos nunca tienen prisa por salir de casa. Conoce al Barriguita y comprende que su oficio no tiene hora de reloj ni jamelgo que lo saque de su muermo. El Barriguita es su jefe, su amigo, su hermano, su padre.


El Barriguita es - era cuando esto que describo era presente de indicativo - el bolichero que se encargaba de que cuando moría una persona, en su casa claro pues la bárbara e impía costumbre de que la gente se muera en los hospitales es posterior, se instalara la capilla ardiente, fuera el coche de caballo a recogerlo, se llevará con cruz alzada por las calles y se le diera sepultura en el Huerto de los Callaos allá por el Zabal.


El boliche es arte real, es la jábega que desde los romanos y antes, permite coger los peces jalando cabo desde la orilla y una red saco de arrastre botada al mar desde una barquilla. En los archivos linenses se encuentra una copia de la real cédula de Felipe IV, por la gracia de Dios señor de estos reinos, en la que se le dice al duque de Medina Sidonia que la jábega era arte real y no pagaba gabelas, ni portazgos, ni alcabalas al ducado. Era un arte de pobres. Y sigue. Otro día contaré cómo la jábega y el boliche ha quitado el hambre en la costa desde Málaga a Algeciras.


Barriguita ese día de julio, de los mil novecientos sesenta y tantos,  va a sacar de su barraca el cuerpo de Rosa, 86 años, viuda de guerra, de la zona roja, cuatro hijos muertos, ella sola desde entonces, viviendo del aire, con enfermedades miles y medicinas de la parroquia de Santiago, donde los curas nos turnamos por días para recorrer las barracas del Castillo contando las pastillas, separándolas por colores, vertiendo las gotas de los tubicos de cristal con un pulsador en lo alto, porque los enfermos y los moribundos no saben contar, no ven, no distinguen unas píldoras de otras, no saben leer y no entienden cómo se maneja el cuentagotas.


Rosa tiene una barraca de cartón y uralita, de metro y medio por dos con un tablero que hace de puerta, una manta sobre la arena y otra para taparse. Un cajica de zapatos hace de mesilla. Y un cubo para las necesidades que una vecina o los curas tiramos a la mar.


La tarde antes Rosa ha confesado sus pecados, ha recibido el viático, le hemos puesto la extremaunción y las vecinas han contestado al rosario que he rezado por ella y con ellas. De madrugada ha muerto. El Barriguita ha ido con su boliche invisible para llevarla en el coche a la federica y darle tierra en el Zabal.


El boliche del Barriguita recorre los arenales de la playa de Levante y los de La Atunara, las calles empedradas del centro del pueblo y las del Junquillo y su red de saco arrastra hacia el Hades a unos, a la barca de Caronte a otros, al seno de Abraham a los más. Rosa no. Rosa ha ido desde su barraca a la vera del Padre Eterno, gracias a la Inmaculada de la Iglesia mayor.


He recordado hoy el boliche y el carricoche a la federica de los arenales linenses, con roquete, estola y pluvial negro, al leer que ha jalado el Barriguita nada menos que del señor fiscal general del Estado y a la misma vez de tres inmigrantes negros ahogados al intentar llegar a Ceuta, y quince marroquíes niños y mujeres en las montañas de sureste de Casablanca en una estampida al intentar coger alimentos en un reparto humanitario, y de Malcolm Young guitarrista rítmico y fundador de AC/DC y del triple campeón olímpico de halterofilia, turco, Naim Süleymanoglu, y de diez y nueve ahogados y arrastrados en las inundaciones en Atenas en el miserable y gran suburbio al oeste de la capital.


El Corán en la azora del Hierro dice: “Sabed que la vida de este mundo no es más que juego y frivolidad”. El salmo 49 recuerda “¿se van a quedar sin ver la fosa?. No, la verán todos: los sabios mueren lo mismo que los necios y los tontos y dejan a otros sus riquezas….El hombre en su riqueza no comprende que es igual que las bestias que perecen”.


En las arenas de levante con la mar a la derecha, tras la cruz alzada, delante del alazán del Barriguita, canto para Rosa “et expecto resurrectionem mortuorum” pensando  “Desde las profundidades del abismo a ti clamo, Señor: ¡Señor, escucha mi voz". No suenan las 18 maderas, los 16 metales y los 3 percusionistas de la composición por esos mismos años de Olivier Messiaen. Suena el rebalaje de la mar.


Me apena que los muertos del bolichero de hoy no tendrán entierro como el de Rosa. ¿Solo poesía y nostalgia?.

Alberto Revuelta

martes, 14 de noviembre de 2017

NADIE ELIGE



Nadie elige ser minusválido y estar dependiendo de otras personas.
Nadie elige ser pobre y pasar hambre y necesidad
Nadie elige estar enfermo y vivir sufriendo
Nadie elige embarcarse en una patera y estar expuesto a perder la vida
Nadie elige hallarse en guerra y aguantar sus calamidades
Nadie elige ser explotado por los poderosos y no tener futuro
Nadie elige estar desterrado de su tierra y sobrellevar su existencia errante
Nadie elige ser perseguido por su raza, etnia o religión y no tener paz y tranquilidad
Nadie elige no tener una familia que le quiera y soportar la falta de cariño
Nadie elige nacer en un mundo injusto y padecerlo
Nadie elige ser mujer prostituida, maltratada, asesinada y no poder evitarlo
Nadie elige…………………….. y……………………………

lunes, 13 de noviembre de 2017

GALLOFA DE OTOÑO



Hace ya algunos años (aunque no tantos como los diez que lleva de rodaje este blog) me inventé esto de la ‘gallofa bartolomea’.Como es sabido, con la palabra ‘gallofa’ se designan cosas diferentes: una hortaliza o verdura, una ensalada o menestra, un cuento, chisme o cotilleo, un tipo de pan esponjoso….Pero, parece ser que, por etimología, ‘gal-ofá’ , era ‘comida para galos’. O sea , el alimento de verduras y hortalizas (¿la sopa boba?)  que ‘a diario’ daban en los conventos a los mendigos y sobre todo a los peregrinos a Santiago de Compostela procedentes de la Galia, Francia…
Y quizás, por ese suministro ‘diario’, en los conventos, por monjes y frailes,  se llamó ‘gallofa’ al añalejo,  calendario anual y diario, de rezos, oficio y santoral.
Lo que , entre nosotros , es conocido como ‘Epacta’  o ‘Calendario Litúrgico –Pastoral’.
Sirva este preámbulo como justificación de los errores, carencias, olvidos y pesadez repetitiva que ustedes, pacientes lectores, hayan podido sufrir.
Últimamente  -en parte debido al ‘silencio saludable` – tengo algo abandonadas mis obligaciones de ‘gallofero’. A lo que hay que añadir otras carencias. Solo dispongo de una ‘epacta`en la que, por ejemplo, el pasado viernes 10 de Noviembre, San León Magno eclipsa y anula a otros -como San Andrés Avelino- con derecho a ocupar un lugar en la clasificación de `la liga de los santos`. De ahí el retraso en el recuerdo y felicitación de mi gran amigo y `compañero bartolomeo`` Andrés Avelino González Pérez…
Para que no vuelva a ocurrir, a estas alturas de mes y de estación otoñal quisiera recordar que el día 15 es San Alberto Magno. Y que entre los ‘bartolomeos’ internos, externos o mediopensionistas están: Alberto Rueda Pampín, José Alberto Más Cebrián y Alberto Jorge Revuelta Lucerga.
Este recuerdo, ‘memoria histórica’,  en la fecha de sus nombres, creo que puede ayudar a que ‘los seminaristas de San Bartolomé se reencuentren aquí’. Y a –como dice el amigo Miguel- ‘darle vidilla’ al blog…
Pero hace falta que quien se ocupe y preocupe del ‘gallofeo’ (sin ‘oficio ni beneficio’, ‘pro bono’) sea alguien bien informado y documentado, conocedor no sólo de santoral,`costumbres y hábitos litúrgicos, sino también de ‘aconteceres’ políticos y sus correspondientes fechas. Por ejemplo,  que el 27 de Octubre, San Gaudosio de Abisinia fue el mismo día que se proclamó la ‘República Independiente de Cataluña. O que el 28 de Octubre, San Ferrucio de Maguncia, el Senado Español se decide aplicar a la Generalitat Catalana, el artículo 155 de la Constitución de 1978. O que el suegro de Puigdemont es acólito de la Bisérica Ortodoxa Romana, la Iglesia Ortodoxa Autocéfala de Rumania.. Y que, como acólito, puede vestir la ‘stikaron’, hábito litúrgico, una especie de túnica que ‘toma causa de la talaria manicata’…
No estoy preparado, ni suficientemente documentado.
Con esta ‘Gallofa de otoño’, me retiro. Dimito.
Ya estoy, no sólo en el Otoño, sino en el Ocaso….




Luis, ingenuo gallofero o gallofista.

domingo, 5 de noviembre de 2017

UN VIEJO EN DOS ZAPATOS



El cristal del pequeño café forradas sus paredes de paneles de madera oscurecida por millones de cigarros encendidos, aspirados, delectados y expirados durante decenas de años, asoma mesas, clientes, mozos y dueña a la plaza sombreada por las altas ramas de castaños de Indias plantados en 1912, uno de ellos por mándame Poincaré, a la sazón esposa del entonces presidente de la República.

Ha llovido esta madrugada, el ambiente es fresco y el sol enfermo de ictericia cósmica permite calentarse de ilusión y helarse de realidad. La taza con logo de marca conocida invita a poner el cuenco de las manos en ella y hacerse idea de hogar y calma invernal en este otoño de un pueblo cercano a París en la banlieu poblada de magrebies y negros de mil lugares de la francófona africana.

Pasa un anciano bereber alto, espigado, enjuto, tocado con taqiya. Me llama la atención que calza un zapato de un modelo y otro de otro, sin calcetines. En la mano un periódico  de distribución gratuita. Cruza delante del ventanal, va a sentarse en el banco donde - cuando venimos a visitar nuestra hija - suelo leer El País, al sol como los gatos de este parquecito que acechan a los gorriones, sin mucho éxito como cazadores.

Las nueve y media. Despliego el diario y leo, tras el saludo a mi vecino de banco que mira al suelo con la cabeza inclinada.

  • ¿Español?

  • Sí, español.

  • Yo moro de Franco.

  • Soldado en la guerra del treinta y seis?, no es usted tan viejo….

  • No, soldado de la guardia moro (sic) del generalísimo, después de la guerra….

  •  Vivía en El Pardo?, soldado raso?

Había ascendido hasta el empleo de  sargento y después de dejar la Guardia Mora se había incorporado a la Capitanía general de la VII Región militar, acompañando al teniente general Mohamed ben Mizzian que la mandó hasta 1957. Cobra una pensión española de cien euros al mes después de ir a juicio con un abogado contra el ministerio de Defensa. Vive solo, es viudo, sin hijos. No tiene para calcetines. Si para el te. Tomamos te. No me deja pagar.

A las doce seguía hablando. Choucrane.

Alberto Revuelta

Sortear la vejez y vivir la ancianidad

José Antonio Hernández Guerrero El comienzo de un nuevo año es –puede ser- otra nueva oportunidad para que re-novemos nuestr...