martes, 19 de enero de 2016

Obituario

Fallece Félix González Moral, quien, tras su jubilación, desapareció de los escenarios clericales y se despojó de los oropeles y de las ínfulas.
Félix González Moral
José Antonio Hernández Guerrero

Asistido con las valiosas ayudas de sus sobrinos Alberto y Pilar, su permanente acompañante y cuidadora, ha fallecido a la edad de noventa y un años Félix González Moral, un sacerdote burgalés que durante sesenta años ha ejercido el ministerio pastoral en nuestra Diócesis de Cádiz y Ceuta. En estos momentos recuerdo a aquel espigado sacerdote de Burgos que, con una imagen de galán cinematográfico y con un aspecto de profesor estudioso, trabajador, discreto, vino a Cádiz el año 1956, para participar en unas oposiciones a una canonjía de nuestra Catedral. Sin renunciar y sin disimular su condición de castellano viejo, eligió nuestra ciudad como espacio vital y como lugar de trabajo, como patria chica y como hogar familiar; se enraizó en esta tierra, se integró con sus gentes y se identificó con nuestra especial manera de interpretar la vida y de abordar las cuestiones vitales.
Nació en un pueblecito de Burgos el uno de agosto de 1924. Era el décimo octavo y último hijo de una familia de labradores. Estudió en Humanidades en el Seminario Menor de Comillas y, posteriormente, Filosofía, Teología y Derecho en dicha Universidad. Es doctor en Derecho Canónico por la Universidad Gregoriana de Roma. Ha sido profesor de Teología Moral y de Derecho Canónico en el Seminario de Calahorra y Santo Domingo. En el Seminario Conciliar de San Bartolomé ha enseñado Teología Moral, Filosofía, Sagrada Escritura y Derecho Canónico. Ha desempeñado los cargos de Penitenciario, Maestrescuela, Arcipreste y Deán Presidente del Cabildo. Ha sido Capellán de Instituciones Penitenciarias en la Prisión Provincial de Cádiz, Notario Mayor de la Diócesis, Secretario del Tribunal Diocesano, Vicario Judicial y Vicario General con los Obispos Antonio Dorado y Antonio Ceballos y Delegado de Hermandades y Cofradías. Ha desempeñado el cargo de Capellán en las Carmelitas Descalzas y en el Tanatorio. En todos estos ministerios, don Félix, con su actitud seria, con su talante ponderado y con su porte correcto, ha mostrado una estricta sujeción a las enseñanzas de la Iglesia, una irrenunciable fidelidad a los diferentes obispos, una lealtad plena a sus compañeros, los sacerdotes, y una generosa disponibilidad a los fieles.
Sus palabras exactas, sus gestos sobrios, su porte distinguido, sus juicios fundamentados y, sobre todo, sus comportamientos coherentes constituyen la demostración patente de una personalidad rica, equilibrada, respetuosa y laboriosa. Desde su jubilación, su vida ha sido un elocuente retiro discreto: ha sabido desaparecer de los escenarios clericales y despojarse de los oropeles y de las ínfulas -ha sabido trascender las apariencias vacías y engañosas- para enfrentarse con su propia realidad, para desvelar, más que la desnudez de su piel, los rasgos más característicos de su rica personalidad y las líneas más esenciales de su perfil cristiano, para descubrir las amplias dimensiones como ser humano y como creyente. Con su sobriedad, con su moderación y con su discreción, con su apartamiento y con su con silencio, nos ha aportado un elocuente ejemplo, no sólo de referencia evangélica y de coherencia ética, sino también de rigor intelectual.  

Con su trato agradable y con su expresión amable, despojado de todas las gangas superfluas, liberado de los movimientos ampulosos, de las poses afectadas y de las palabras grandielocuentes -tras reconocer explícitamente que todas las pompas son vanas- ha sabido traspasar las convenciones vacías de cualquier clericalismo superficial y arañar las entrañas íntimas del sacerdocio cristiano. Recibimos con respeto y con gratitud su mensaje de sencillez, de austeridad y de humildad. A su sobrino Alberto y a sus sobrinas, la hermana Matilde, Monja Carmelita Descalza, y, en especial a Pilar, que, con su entrega, delicadeza y cariño, lo ha acompañado y atendido hasta sus últimos días, les transmito mi hondo pesar. Que descanse en paz.

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