miércoles, 18 de mayo de 2011

EN KOINONIA

La lectura de algunos escritos del blog “del seminario” me está interpelando, está llamando a mi conciencia constantemente. Se dicen muchas cosas con sencillez y con profundidad. Con sensatez. La problemática social es tratada seriamente, nos urge a todos, y cada uno da respuesta a la misma desde su conciencia no sólo moral, sino también -y, muy importante, ontológica: ¿Quién soy? ¿Cuál es el sentido de lo humano? ¿Y del Kosmos?-.

Yo en lo último que escribí en mi blog apuntaba hacia una respuesta a lo social partiendo de una transformación del “yo”, hacia un silencio total de la mente. Creo que es lo que hizo Jesús de Nazaret. Nunca escribió nada, no encabezó ninguna revuelta popular, al contrario se opuso a ello, cuando en más de una ocasión lo quisieron hacer cabecilla=mesías, no creó ningún movimiento, ni siquiera el llamado: iglesia (lo reconocen teólogos católicos de la talla de Schillebeeckx). Sencillamente “pasó haciendo el bien”, dice Pedro. Comunicando su vida a los marginados. Amando a todos. Viviendo el Reino. Siendo consciente de sí mismo. Una tarea harto difícil, por eso quizás lo mataron. Murió abrazando en su amor -vida de unidad- a toda la creación. Cuando él murió todo estaba igual que antes, pero en el corazón de la humanidad había sembrado la semilla.

He leído a muchos místicos, -es un hecho, no una fanfarronada- pero quiero citar ahora a uno en concreto, uno de nuestros días, no católico, tampoco teísta, sin epítetos: Krishnamurti. Jesús de Nazaret tampoco los tuvo, sencillamente era consciente... nosotros le hemos puesto una infinitud de ellos. Estas son palabras de Krishnamurti:

“... ¿No es un hecho evidente que al relacionarme con los demás, lo que soy crea la sociedad y que sin una transformación radical en uno mismo no puede haber transformación en la función básica de la sociedad? Si buscamos un sistema que transforme la sociedad, simplemente estamos eludiendo un problema, porque ningún sistema puede transformar al hombre, todo lo contrario, el hombre siempre transforma el sistema, como lo demuestra la historia. Hasta que en la relación con los demás no me comprenda a mí mismo seguiré generando caos, desdicha, destrucción, temor, crueldad. Para comprenderse a uno mismo, el tiempo no es necesario, uno puede comprenderse (cum-prehendere: abrazar. No es un acto meramente racional, sino del hombre total) en este mismo instante, pero si dice: < Ya me comprenderé mañana> entonces seguirá actuando de forma destructiva y seguirá aportando caos y desdicha, porque en el momento en que uno dice está introduciendo el factor tiempo y, por consiguiente, queda atrapado en esa corriente de confusión y destrucción. La comprensión es ahora, no mañana, el mañana es para la mente perezosa, la mente que no tiene interés...

Si lo hacemos, el problema queda resuelto debido a que el “yo” deja de preocuparse de sí mismo, en ese momento uno está más allá de esa corriente de destrucción.”

Las actitudes de algunos compañeros me parecen realmente ejemplarizantes. No voy a nombrar a ninguno en concreto, omitiría necesariamente a otros, y quién soy yo...
Pero que no caigamos en un “pecado” muy propio de lo humano: “Que lo urgente nos haga perder de vista lo importante” ¿Nos suena? “Oportet et hoc facere et illud non omittere”.
La injusticia contra los marginados (no solamente la económica, sino también -y más aún- la cultural, la moral, la estética, la espiritual, la política, la terrible de la ausencia de sabiduría -no erudición-...) nos apremia, pero la metánoya ha de ser partiendo del corazón, del centro de nuestro “yo”. Sin ésta la injusticia permanecerá. Quizás Jesús conocía muy bien el corazón de los hombres cuando dijo, según el evangelio de Juan (12,8): “...porque a esos pobres los tendréis siempre con vosotros...”
He utilizado el término griego en el encabezamiento de este breve escrito, porque su significado va mucho más allá de lo que dice la palabra castellana: en comunión. Y para nosotros, caballeros de San Bartolomé, no tiene ningún secreto, aunque no seamos catedráticos (¡jubilados!) de clásicas como mi amigo Luis Charlo.


Un abrazo

José Antonio Carmona

martes, 17 de mayo de 2011

SALIR DEL DESENCANTO

Alguien me decía que mi último artículo debería haber terminado de forma más contundente. Me ponía el ejemplo del filósofo Stéphane Hessel, que a sus noventa y tres años ha sido capaz de dar un mensaje movilizador para animar a los jóvenes a ver su futuro con esperanza y reclamar su   participación real en la sociedad; una sociedad adormecida en la que mucha gente experimenta que lo está pasando mal, pero que no se atreve a denunciar a los culpables.
          Lleva razón quien me exige más. En la hora presente necesitamos emplear palabras “picudas” que no permitan espacios para la resignación, el desánimo o la apatía. No obstante, las aristas de esas palabras portadoras de duras verdades no deben provocar las chispas de la violencia ni herir más de lo necesario. Hay que abrir caminos al respeto y a la diversidad; aunar esfuerzos para participar en la vida pública porque a todos les afecta.
         Ante las Elecciones se detecta hastío hacia políticos que injustamente se les aplica a todos, sin salvar a muchos que toman la función política como servicio a la sociedad. Pero, hemos de afirmar con rotundidad que  parte del desencanto nace de la sensación bastante generalizada de que los políticos quieren gobernar al pueblo, sin el pueblo. Para mantenerse en el poder o para  conquistarlo recurrirán a lo que puedan para conseguirlo. Y tampoco en política todo vale.
          La corrupción nace como fruto del egoísmo y falta de control ciudadano. Por otra parte, lo que tendría que ser una verdadera vergüenza para los imputados, para una parte de la sociedad en vez de rechazo suscita envidia. Así, por un lado tenemos la idolatría del poder, con el que algunos cambian hasta el modo de andar; y, por otro, la idolatría de lo económico que en mutuo complot se  sostienen y complementan.
           Se dice que el poder corrompe, pero no todos los políticos son iguales y hay muchos con ética, profesionalidad y grandes deseos de servir. Ante unas elecciones es necesario decir que la alternancia y el cambio es signo de madurez de madurez democrática y el miedo es producto de dictaduras que amedrantan a sus súbditos para que no sean libres y dejen las cosas como a sus amos les interesa.
          Implicarse en lo social y en lo político o simplemente poder elegir a los mejores no es cosa fácil ya que la práctica nos demuestra que con nuestros votos se mercadea y se respeta poco la dirección o la libertad del voto, prostituyéndose así la esencia de la democracia. Sin embargo la misma Biblia nos justifica el poder político en un sencillo programa en el Salmo 72,12-13: “salvará al indigente que lo implora y al pobre que no tiene quien le ayude. Tendrá piedad del débil y del menesteroso y salvará las vidas de los pobres” Este programa dista mucho de promesas incumplidas.
          Una persona libre no debe dejarse influenciar por mensajes  envenenados: “todos son iguales” ”más vale malo conocido que bueno por conocer” “este me ha prometido colocar a mi hijo…” Si  queremos salir del desencanto y fortalecer la democracia, tendremos que huir del miedo y las amenazas de pérdidas de derechos del bienestar. Hay que exigir que los sacrificios no recaigan sobre los más débiles y obligación de ahondar en las desigualdades provocadas por reformas hechas a destiempo y mal, dejándose sin afrontar la educación, salidas laborales de la juventud, protección de la familia, cumplimiento del derecho al trabajo, fiscalización de sueldos abusivos de políticos y altos cargos. Abrir caminos para que la juventud se implique para salir del desencanto

                                    Juan de Dios Regordán Domínguez
                                     juandediosrd@hotmail.com.

lunes, 16 de mayo de 2011

EL GUARDIA DE LA MOTITO



Érase una vez un pueblo con sus calles, plazas, monumentos…y lo principal, sus buenas gentes que se agrupaban  en comunidades y  barrios.
El contacto entre los ciudadanos era poco frecuente, sólo, en ocasiones, algunos se veían en las reuniones donde se trataban asuntos que les interesaban. El porcentaje de asistencia a las asambleas era escaso y los acuerdos se tomaban por la mayoría de los concurrentes que representaban a la minoría de los comuneros.

 La comunidad real se congregaba en el supermercado, la carnecería, frutería...  allí si que se hablaba de los temas de actualidad del vecindario; la cita era diaria sin estar sujeta a un horario fijo u orden del día.

En la villa, periódicamente, cuando marcaba la ley, se emplazaba a los electores a participar en los comicios  para elegir democráticamente a sus gobernantes. El número de votantes dejaba mucho que desear a pesar de ser  obligación y  derecho de todos los mayores de edad.

Existían muchos conglomerados políticos, algunos con  nombres tan variopintos, como el NPI : Nuevo Partido Independiente, el TPN : Todo Para Nosotros, el BURRO : Burócratas Unidos Revolucionarios Obreros y así hasta un sin fin de organizaciones más o menos representativas de la población, de tal forma que entre sus emblemas y siglas, a veces, era difícil saber quienes estaban detrás de todas ellas, sobretodo porque de unos grandes grupos iniciales muy”comprometidos” con la ciudadanía, se había pasado a otros más pequeños que, como esporas, nacían de los anteriores, y poco tiempo después se coaligaban o fusionaban creando un mar de confusión entre el electorado. En algunas formaciones había una amalgama de individuos que habían militado en otras tendencias con idearios totalmente opuestos, desconcertando a propios y extraños por este proceder. Los partidos seguían las leyes de la naturaleza, nacer, crecer, reproducirse, dividirse, desaparecer y comenzar de nuevo el ciclo, fundamentalmente con las mismas personas.

Antes de las votaciones, los afiliados a las distintas ideologías pegaban carteles en paredes, fachadas y vallas publicitarias alquiladas  para tal uso, los dirigentes hacían proclamas en prensa, radio, televisión local y especialmente en los mítines que daban en  la plaza de toros o locales , en los que proponían todo lo bueno que iban a hacer si gobernaban: cambiarían la ciudad de arriba a bajo, construirían nuevos parques, remodelarían las plazas públicas y calles, frenarían la subida de impuestos, crearían puestos de trabajo para todos, elevarían las subvenciones a las asociaciones, multiplicarían los centros para la tercera edad…. en fin, sería prolijo enumerar los mil y un temas prometidos electoralmente que luego, cuando ganaban los comicios y ejercían el poder, escasamente realizaban y nunca los ejecutaban en su totalidad ya que, según decían, había que dejar asuntos pendientes para las  siguientes legislaturas.

En una de aquellas convocatorias llamó poderosamente la atención que en una nueva alineación, poco conocida, el P.U.P.A: Partido Unido Pueblo Arreglado, presentase un proyecto muy corto y bastante sugestivo, consistente en sólo dos puntos. El primero, la creación del “guardia de la motito”, funcionario que tendría por misión dar vueltas por la villa, anotando en una libreta todos los desperfectos que pudiera observar, que si una loseta rota, agujeros en las aceras o baches en la carretera, un árbol destrozado, los jardines sucios, las obras que no acababan nunca, los necesitados pidiendo en la vía pública… y así las distintas carencias que constatase en el municipio. Ese cuaderno se lo entregaría directamente al Alcalde quien se encargaría de distribuir las tareas a realizar entre las distintas concejalías del consistorio según las funciones encomendadas a cada una de ellas. En un tiempo prudencial el “guardia de la motito”, a la par de seguir con su labor diaria, visitaría lo reseñado días atrás y daría cuenta al Primer Edil de la situación que advirtiese: bien o mal arreglados los daños, solucionado o no el problema social  y ahí terminaba su ardua misión.

El segundo punto programático era la construcción de una estación de autobuses interurbanos, porque la ciudad daba una mala imagen y producía incomodidad  tanto a los turistas y como a los vecinos al tener como parada inicial y cochera para esos vehículos las distintas avenidas de la población. Todo el mundo se hallaba molesto y desconcertado por tanta diversidad de estacionamientos, y no saber  nunca, a ciencia cierta, el lugar donde debía tomar el autobús, además del peligro que conllevaba el tránsito de pasajeros, maletas y bolsos en medio de la vía pública. Era la comidilla que alentaba muchas de las tertulias donde se preguntaban cuando estaría solucionado ese asunto tan crucial para la convivencia y si el nuevo partido sería capaz de cumplir con lo prometido.

Llegó el día, se celebró el esperado sufragio municipal y sorprendentemente, los ciudadanos votaron mayoritariamente al P.U.P.A. pensando en la utilidad de sus planes y el convencimiento de su consecución. La experiencia fue enormemente positiva pues quedaron remediados para siempre dos problemas que había arrastrado el municipio desde tiempos inmemoriales. Esta forma de actuar  marcó la pauta para sucesivas consultas, ya que los políticos optaron por programas realistas menos extensos que los del pasado, pero que se llevaban a la práctica en su totalidad.



 Algeciras, 5 de Mayo 2011
Andrés Baquero Molina
baqueromolina@yahoo.es

Significado de las siglas políticas:
N.P.I  =  Nuevo Partido Independiente= Ni Puta Idea
T.P.N = Todo Para Nosotros = Tu P.. Madre (dislexia N x M)
B.U.R.R.O = Lo mismo, no hace falta explicación.
P.U.P.A.    = Que la gente vote, gane las elecciones y confíe
                      en " El Pupa" = el más desgraciado !!Tiene su
                       guasa¡¡

sábado, 7 de mayo de 2011

PROPIEDAD PRIVADA DE LOS PRIVADOS DE PROPIEDAD

De nefasto se puede calificar el sistema capitalista liberal si se tiene en cuenta que considera el provecho como motor esencial del progreso, la competencia como ley suprema de la economía, la propiedad privada de los medios de producción como un derecho absoluto, sin límites ni obligaciones sociales. Hay que defender la propiedad privada, pero en primer lugar la propiedad privada para los privados de propiedad.
          Precisamente suele suceder que quiénes más hablan y defienden el derecho a la propiedad privada son los que acaparan más riqueza, privando a las mayorías de la más mínima propiedad, incluso pagando salarios injustos y de hambre. Es de justicia reconocer que la propiedad privada no constituye para nadie un derecho privativo y absoluto. No existe razón alguna para preservar en uso exclusivo lo que supera la propia necesidad cuando a los demás les falta lo necesario para subsistir.
          Hablamos de un mundo mejor, de que otro mundo es posible, pero mientras es doloroso constatar cómo la tierra ofrece bondadosa todas sus riquezas y sus bienes a todos los seres humanos, aunque por desgracia esos bienes se quedan en manos de minorías que hacen a los demás cada día más pobres. Por consiguiente es urgente promover reformas de las estructuras económicas y de las políticas agrarias. El concepto compartir antes de caridad lleva la necesaria justicia. Tiene pleno sentido aquello de “que si por caridad se curan las heridas, por la justicia se evitan estas”.
          A pesar de la sensibilidad que aparece ante las graves desgracias, no bastan las limosnas ni las obras sociales de carácter asistencia, sino que urgen transformaciones por parte de los estados porque con la sola iniciativa individual y el simple juego de la competencia no son suficientes para conseguir y asegurar el éxito del desarrollo. No hay que arriesgarse a permitir a los ricos que aumenten todavía más sus riquezas nila potencia de los fuertes, tolerando así la miseria de los pobres.
          No son juegos de palabras, sino realidades hirientes. La economía de mercado está concentrando el capital cada vez en menos manos, acrecentando así las desigualdades, los ricos cada vez más ricos y lo pobres cada vez más pobres. Y todavía es más grave que la política esté sometida a la economía y sea ésta la que marca el ritmo y el control de las naciones.  
Aparece una nueva concepción de excluidos  del sistema. Antes los excluidos eran un potencial laboral y social, a la vez que un peligro para el sistema.
          Para el Neoliberalismo, los excluidos del sistema son un desecho; no hacen falta. No son productores ni consumidores con capacidad económica. El sistema sigue funcionando y creciendo excluyendo a continentes enteros. Se inoculan los valores del sistema: la competitividad, ser el número uno por encima de los otros. Surge así el síndrome del opositor. Como consecuencia se fomenta el individualismo y la insolidaridad. Al mismo tiempo aumenta la domesticación social: “ésto es lo que hay… lo tomas o lo dejas”
         En el Neoliberalismo cuando se habla de libertad, de flexibilidad, de racionalidad de mercado, de la felicidad del consumo, del bienestar.., detrás de los eufemismos hay una realidad de opresión, de control, de manipulación, de fatalismo y de naturalización de la desigualdad social y de la exclusión. Se pretende llegar a que la gente piense que es normal que unos ganen y otros pierdan sin que exista responsabilidad ética ni política. Se nos presenta el desafío de desenmascarar su lenguaje mostrando los frutos reales que produce. Y apostar por un modelo social diferente aunque sea luchar contra muros.            
                                                 Juan de Dios Regordán Domínguez
                                                  juandediosrd@hotmail.com         

Sortear la vejez y vivir la ancianidad

José Antonio Hernández Guerrero El comienzo de un nuevo año es –puede ser- otra nueva oportunidad para que re-novemos nuestr...