domingo, 12 de diciembre de 2010

PARTICIPACIÓN EN LA GESTIÓN

Aunque la palabra “crisis” pueda llevar una connotación de crecimiento en algunos aspectos psicológicos; sin embargo, en los momentos actuales todos le estamos dando un significado inmediato de una situación económica y social de la que queremos salir cuanto antes por todas las consecuencias familiares y sociales que, de una manera u otra, nos están afectando negativamente. Hay que repetir que de esta crisis hay que salir sin volver al sistema que la ha provocado. Si ahora se están poniendo los esfuerzos precisamente sobre los más débiles económicamente, difícilmente se podrá salir de la crisis. Sabemos que hay quiénes son contratados con salarios indignos del ser humano. Una gran mayoría de ciudadanos carecen de una vivienda digna y son explotados y considerados como meros instrumentos de producción.

En una sociedad conformista, se escuchan comentarios lastimeros exclamando: “quien tenga un puesto de trabajo que se considere dichoso”. No obstante, de ninguna de las maneras, en justicia social, se puede admitir ni el paro ni la explotación en el trabajo. Quiénes viven en la más absoluta inseguridad y situación de inferioridad personal, apenas pueden tener ocasión de actuar libre y responsablemente ni participar en la vida social de manera positiva. Además no podemos olvidar que la injusticia genera impaciencia, degradación personal y a la larga o a medio plazo violencia. La ley de supervivencia se esconde en lo más profundo del ser humano, pero se manifiesta ante la opresión con violencia.

Tal vez más que nunca se está poniendo de manifiesto la necesidad de reformas profundas que tengan como objetivo la mejora de las condiciones laborales, el aumento de la seguridad en el empleo, el estímulo para la iniciativa en el trabajo, la participación en la gestión y el acceso a la propiedad de los medios de producción tal como establece el artículo 129 de la Constitución Española. Puede parecer utópico afirmar que el ser humano no sólo tiene derecho a un trabajo digno, sino también decir que la Constitución da un paso más allá de la mera función consultiva, informativa y de control que el Estatuto de los Trabajadores reconoce a los Comités de Empresa y Delegados de personal.

El artículo 129 abre la participación a las esferas de la organización, planificación y decisión a través de la participación en la administración o cogestión en la empresa, un terreno aún virgen al no cumplirse el mandato por los poderes públicos: “También establecerán los medios que faciliten el acceso de los trabajadores a la propiedad de los medios de producción”. Al respecto conviene recordar que el conjunto del proceso de producción debe ajustarse a las necesidades de la persona y a la manera de vida de cada uno en particular, de su vida familiar, teniendo en cuenta también el sexo y la edad. Según nuestra Constitución hay que ofrecer a los trabajadores la posibilidad de desarrollar sus cualidades y su personalidad en el ámbito del mismo trabajo. Los bienes deben llegar a todos en forma equitativa bajo el prisma de la justicia, sean las que sean las formas de propiedad.

La misma propiedad privada tiene también, por su misma naturaleza, una índole social, cuyo fundamento reside en el destino común de los bienes. Así, independientemente del derecho a la propiedad privada o de un cierto dominio sobre los bienes que aseguran a cada cual una zona absolutamente necesaria para la autonomía personal y familiar, como ampliación de la libertad humana, no podemos olvidar que la tierra y cuanto ella contiene es para uso y disfrute de todos los seres humanos y de todos los pueblos.

Juan de Dios Regordán Domínguez
juandediosrd@hotmail.com

jueves, 9 de diciembre de 2010

JUSTIFICACIÓN DEL PRESENTE Y SENTIDO DEL FUTURO

Se habla mucho de “memoria histórica” y hay quiénes sacan su provecho de las posibles localizaciones y de los sentimientos contenidos en rescoldos sin estar totalmente apagados. Jugar con los recuerdos y sacarlos a flote puede ser peligroso. El hombre de hoy, no anhela una explicación del pasado, sino que busca una justificación del presente y un sentido del futuro. Es interesante conservar todo aquello que, de alguna manera sean muestras y señas de nuestras raíces y de nuestra historia. De ninguna de las maneras podemos despreciar nuestro pasado reciente, pero ello no quiere decir que tengamos que resucitar los recuerdos de odios y contiendas de lo que ya es historia.
La Democracia no es que “haya venido a España”, sino que realmente los españoles hemos sido los que nos hemos puesto de acuerdo en trabajar juntos para construir un Estado en que el pueblo decidiera; que el Poder estuviera distribuido entre las diversas nacionalidades y regiones que la integran; y donde los derechos humanos y las libertades públicas constituyeran el fundamento de toda acción política. Por tanto, ahora ni somos autómatas sin derecho a reflexionar ni debemos admitir que seamos programados por el poder político.
La sociedad no se construye sólo con relaciones de derechos y deberes. Con frecuencia se ha creído que la creación de instituciones bastaba para garantizar a la humanidad el ejercicio del derecho al desarrollo. De forma desafortunada se ha depositado una confianza excesiva en las instituciones, casi como si ellas pudieran conseguir el objetivo deseado de manera automática. Sin embargo, sabemos que las instituciones por sí solas no bastan, porque el desarrollo integral es ante todo vocación y, por tanto, comporta que se asuman libre y solidariamente responsabilidades por parte de todos
Vivimos en un siglo en el que gozamos de posibilidades técnicas, científicas y culturales de desarrollo individual y colectivo como en ninguna otra época anterior se tuvo. Sin embargo, cuando se fija como objetivo exclusivo el beneficio, muchas veces mal obtenido y sin mirar el bien común, se corre el peligro de destruir riqueza creándose pobreza. Se dice que no podemos dar al otro de lo nuestro sin haberle dado antes lo que en justicia le corresponde. El hambre en el mundo no depende tanto de la escasez material, cuanto de la insuficiencia de recursos sociales, el más importante de los cuales es el de tipo institucional, capaz de asegurar que se tenga acceso al agua y a la comida de manera regular y adecuada desde el punto de vista nutricional.

En el contexto actual social y cultural en el que está difundiéndose la tendencia a relativizar lo verdadero, hemos de comprender y defender que la adhesión de los valores del cristianismo no es sólo un elemento útil, sino indispensable para la construcción de una buena sociedad y un verdadero desarrollo humano integral. En España es posible regenerar la democracia, conseguir una convivencia basada en la tolerancia y la libertad más plena. Es posible construir una sociedad democrática avanzada en la que todos y cada uno, por el hecho de ser ciudadanos, tengamos un mínimo vital asegurado y donde la igualdad inicial de oportunidades sea la condición indispensable para el reconocimiento y la recompensa del esfuerzo y del mérito. Las nuevas formas de esclavitud, como la droga, y la desesperación en la que caen tantas personas tienen una explicación no sólo sociológica o psicológica, sino esencialmente espiritual. No puede haber desarrollo pleno ni un bien común universal sin el bien espiritual y moral de las personas, consideradas en su totalidad de alma y cuerpo.

Juan de Dios Regordán Domínguez
juandediosrd@hotmail.com

Sortear la vejez y vivir la ancianidad

José Antonio Hernández Guerrero El comienzo de un nuevo año es –puede ser- otra nueva oportunidad para que re-novemos nuestr...