domingo, 14 de agosto de 2016

Claves del bienestar

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44.- El trabajo de la mujer
José Antonio Hernández Guerrero
Es cierto que tenemos que seguir luchando para que los legisladores, mediante leyes adecuadas, favorezcan unas condiciones objetivas de las vidas de las mujeres que hagan posible que -realmente y en todas partes- sean iguales que las de los hombres: que gocen de la misma libertad efectiva y que puedan ejercer eficazmente todos los demás derechos humanos. Pero, si pretendemos la construcción de una sociedad más justa sea consistente y estable, es necesario que, además, cambiemos el sistema de significados que subyace en el fondo secreto de nuestras “inconsciencias”.  
Las diferencias sociales, laborales, económicas, jurídicas e, incluso, religiosas que separan a los hombres y a las mujeres tienen unas raíces mentales profundas que penetran hasta el fondo de nuestro mundo de los símbolos. Éstos son, no olvidemos, los factores que determinan la formación de las ideas, el significado de las palabras, la adopción de las actitudes y el mantenimiento de las pautas de los comportamientos individuales, familiares y sociales. La eficacia y el peligro de estos símbolos son mayores cuanto menor es el conocimiento de su existencia y de su funcionamiento.
En la amplia bibliografía que se ha producido en los últimos cincuenta años sobre el feminismo, abundan los libros que describen los múltiples ámbitos de la vida ordinaria en los que se manifiestan tales desigualdades, pero son escasos aún los trabajos que ahondan en esos niveles de las representaciones, de los significados, de los sentidos y de los símbolos.  

En mi opinión es necesario que tengamos en cuenta cómo, a partir de la presencia femenina, cambia el clima del espacio laboral: se alteran las relaciones, el valor del dinero, el significado del tiempo, el sentido de la actividad frente a la pasividad e, incluso, la concepción de la política y de la religión. Pienso que es el momento de preguntarnos si el modelo emergente de mujer que descalifica la pasividad generará también un nuevo tipo de interpretación filosófica, una alteración de modelos de relaciones sociales y una transformación de las reglas de juego en la política e, incluso, en la religión. Vamos a ver si las iniciativas del papa Francisco dan algunos frutos o si son frenadas por las resistencias de los obispos, sacerdotes, religiosos y laicos ultra heterodoxos.  

lunes, 14 de marzo de 2016

Claves del bienestar: puente





21.- Contactar, conectar y comprometernos
José Antonio Hernández Guerrero
Nuestra existencia humana alcanza su bienestar pleno cuando orientamos nuestras actividades –los movimientos corporales y las operaciones mentales- hacia el establecimiento de contactos, de conexiones y de compromisos con los otros; cuando mantenemos un diálogo fecundo, una comunicación productiva y una solidaridad fecunda mediante palabras generosas y a través de hechos coherentes. Uno de los procedimientos más eficaces para sentirnos bien con nosotros mismos es tender puentes que unan esos márgenes culturales, económicos, sociales e ideológicos que, a veces, están excesivamente separados.
En este tiempo en el que abundan los constructores de barreras y de barricadas, hemos de tender puentes entre el pasado y el futuro, entre los jóvenes y los adultos, entre los que tienen ideologías de izquierdas y los de derecha, entre los que cultivan la cultura popular y los que prefieren la cultura más elaborada, entre los científicos y los literatos, entre los agricultores y los industriales, entre los administrativos y el personal de servicios, entre los creyentes y los agnósticos, entre los políticos y los ciudadanos, entre los homosexuales, los heterosexuales y los bisexuales, y, por supuesto, entre las mujeres y los hombres.
Hemos de partir del supuesto de que nuestra prosperidad sólo será posible cuando miremos más allá de los intereses personales y nos decidamos a la construcción de unos proyectos colectivos más amplios, integradores, llenos de sueños y de visiones comunes. Creo que, en estos momentos, todos tenemos el deber de -entendiendo las diferencias y aceptando las diversidades- instalar en el debate público la cuestión de la visión compartida y de las metas comunes.

A mi juicio, la única manera de solucionar muchos de los problemas que nos acucian es uniendo nuestros esfuerzos y colaborando solidariamente en proyectos comunes. No se trata, por lo tanto, de que renunciemos a las peculiaridades, sino de que, aunque transitemos en diferentes direcciones, nos paremos de vez en cuando para conocernos, para conversar, para deshacer malentendidos y para favorecer la búsqueda de una vida más humana. Es urgente que superemos la indiferencia y los enfrentamientos, y que colaboremos estimulados por propósitos compartidos. En esta encrucijada que nos ha tocado vivir, nadie sobra; tenemos que contar con todas las manos para que los esfuerzos converjan en el crecimiento individual y en el progreso social, económico y cultural.

martes, 19 de enero de 2016

Obituario

Fallece Félix González Moral, quien, tras su jubilación, desapareció de los escenarios clericales y se despojó de los oropeles y de las ínfulas.
Félix González Moral
José Antonio Hernández Guerrero

Asistido con las valiosas ayudas de sus sobrinos Alberto y Pilar, su permanente acompañante y cuidadora, ha fallecido a la edad de noventa y un años Félix González Moral, un sacerdote burgalés que durante sesenta años ha ejercido el ministerio pastoral en nuestra Diócesis de Cádiz y Ceuta. En estos momentos recuerdo a aquel espigado sacerdote de Burgos que, con una imagen de galán cinematográfico y con un aspecto de profesor estudioso, trabajador, discreto, vino a Cádiz el año 1956, para participar en unas oposiciones a una canonjía de nuestra Catedral. Sin renunciar y sin disimular su condición de castellano viejo, eligió nuestra ciudad como espacio vital y como lugar de trabajo, como patria chica y como hogar familiar; se enraizó en esta tierra, se integró con sus gentes y se identificó con nuestra especial manera de interpretar la vida y de abordar las cuestiones vitales.
Nació en un pueblecito de Burgos el uno de agosto de 1924. Era el décimo octavo y último hijo de una familia de labradores. Estudió en Humanidades en el Seminario Menor de Comillas y, posteriormente, Filosofía, Teología y Derecho en dicha Universidad. Es doctor en Derecho Canónico por la Universidad Gregoriana de Roma. Ha sido profesor de Teología Moral y de Derecho Canónico en el Seminario de Calahorra y Santo Domingo. En el Seminario Conciliar de San Bartolomé ha enseñado Teología Moral, Filosofía, Sagrada Escritura y Derecho Canónico. Ha desempeñado los cargos de Penitenciario, Maestrescuela, Arcipreste y Deán Presidente del Cabildo. Ha sido Capellán de Instituciones Penitenciarias en la Prisión Provincial de Cádiz, Notario Mayor de la Diócesis, Secretario del Tribunal Diocesano, Vicario Judicial y Vicario General con los Obispos Antonio Dorado y Antonio Ceballos y Delegado de Hermandades y Cofradías. Ha desempeñado el cargo de Capellán en las Carmelitas Descalzas y en el Tanatorio. En todos estos ministerios, don Félix, con su actitud seria, con su talante ponderado y con su porte correcto, ha mostrado una estricta sujeción a las enseñanzas de la Iglesia, una irrenunciable fidelidad a los diferentes obispos, una lealtad plena a sus compañeros, los sacerdotes, y una generosa disponibilidad a los fieles.
Sus palabras exactas, sus gestos sobrios, su porte distinguido, sus juicios fundamentados y, sobre todo, sus comportamientos coherentes constituyen la demostración patente de una personalidad rica, equilibrada, respetuosa y laboriosa. Desde su jubilación, su vida ha sido un elocuente retiro discreto: ha sabido desaparecer de los escenarios clericales y despojarse de los oropeles y de las ínfulas -ha sabido trascender las apariencias vacías y engañosas- para enfrentarse con su propia realidad, para desvelar, más que la desnudez de su piel, los rasgos más característicos de su rica personalidad y las líneas más esenciales de su perfil cristiano, para descubrir las amplias dimensiones como ser humano y como creyente. Con su sobriedad, con su moderación y con su discreción, con su apartamiento y con su con silencio, nos ha aportado un elocuente ejemplo, no sólo de referencia evangélica y de coherencia ética, sino también de rigor intelectual.  

Con su trato agradable y con su expresión amable, despojado de todas las gangas superfluas, liberado de los movimientos ampulosos, de las poses afectadas y de las palabras grandielocuentes -tras reconocer explícitamente que todas las pompas son vanas- ha sabido traspasar las convenciones vacías de cualquier clericalismo superficial y arañar las entrañas íntimas del sacerdocio cristiano. Recibimos con respeto y con gratitud su mensaje de sencillez, de austeridad y de humildad. A su sobrino Alberto y a sus sobrinas, la hermana Matilde, Monja Carmelita Descalza, y, en especial a Pilar, que, con su entrega, delicadeza y cariño, lo ha acompañado y atendido hasta sus últimos días, les transmito mi hondo pesar. Que descanse en paz.

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Sortear la vejez y vivir la ancianidad

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