viernes, 15 de mayo de 2009

LA TELETIENDA

José Antonio Hernández Guerrero

Los discursos pronunciados en el Debate sobre el estado de la Nación han demostrado que nuestros políticos confunden -probablemente de una manera intencionada- tres palabras cuyos significados son diferentes: “información”, “publicidad” y “propaganda”. Ésta es la razón por la que, cada vez más, el lenguaje utilizado en el Parlamento se parezca tanto al que emplean los anuncios de la teletienda, y ésta es la clave que explica que, a pesar de que los de un lado del hemiciclo sean tan optimistas antropológicos y los del otro lado sean tan pesimistas catastrofistas, la mayoría de los televidentes no hayamos mostrado excesivo interés por escucharlos.

Por mucho que unos dibujen con colores llamativos un horizonte despejado y por mucho que otros pinten oscuros nubarrones, no han logrado que los ciudadanos cerremos los ojos ante una realidad que nos preocupa; por mucho que se esfuercen para que ignoremos, olvidemos e, incluso, neguemos los hechos, no está en sus manos hacerlos desaparecer como si no hubieran existido. La realidad es tozuda, irrenunciable y, si le somos infieles, sus consecuencias son graves. Por mucho que lo empujemos, el corcho vuelve a salir a flote. La realidad no desiste.

La mayoría de los políticos ha perdido de vista, además, que la realidad no es sólo física y biológica, sino también psicológica, social e histórica. Sus estructuras son más complejas y, por eso, más difíciles de descubrir, de definir y de precisar, pero no por eso son menos efectivas. Y el error respecto a ellas o la falta de respeto también los pagamos con desastres. Tengo la impresión de que los políticos, asesorados por sus gabinetes de imagen, no advierten que el engaño y la exageración constituyen unas armas propagandísticas contraproducentes y suicidas.

Es lamentable que, en vez de debatir serenamente sobre la eficacia de sus propuestas, se desacrediten recíprocamente, estimulen con tanta irresponsabilidad las pasiones menos nobles y ofrezcan fórmulas mágicas para satisfacer sueños personales y espejismos imposibles. Lo peor, a mi juicio, es que los mensajes vacíos y engañosos envuelven unos dardos afilados que, además de hacer daño a los adversarios y a los ingenuos espectadores, desacreditan no sólo a los lanzadores y a sus partidos, sino también a la política.

El procedimiento de hacer presentes mundos posibles, imaginados o deseados, puede ser eficaz para interesar a los oyentes que previamente están identificados con el líder, pero constituye un error grave para ganar nuevos adeptos para sus proyectos ideológicos o para que nos animemos a participar en el debate.

Glosario
“Información”: es la simple transmisión de unos datos o el anuncio de una noticia. Se caracteriza, por lo tanto, por su fría y escueta objetividad.
“Publicidad”: es la información seleccionada de las características de un producto o de un servicio con el propósito de despertar el interés de los destinatarios y de motivar su adquisición.
“Propaganda”: es la difusión de unos mensajes con la intención de lograr la identificación de los oyentes con una doctrina o con un personaje.
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