lunes, 2 de noviembre de 2009

FUERA CADENAS!

Siempre he sido una persona muy activa. Al menos, eso creo, -que la duda metódica no es ninguna tontería.
Y una cosa me ha molestado siempre en mi convulso quehacer: la división del tiempo, meses, semanas, días, horas laborales y horas no laborales, organismos cerrados cuando los necesitas, horas intempestivas para llamar o visitar, hora de comer…
Dividimos el tiempo y resulta que nos quedan muy pocas horas productivas (productivas en lo que más te ilusiona, en aquello que te pone) y nos retrasa nuestros objetivos. Los compromisos también dividen: ahora no puedo seguir “con esto” porque tengo clases, o porque quedé con alguien o porque es la hora de la siesta –que es un compromiso con uno mismo.
Esta mañana he tenido una sensación distinta. Estaba leyendo Millennium 1 y, al hacerse la claridad del día, automáticamente pensé: tengo que dejarlo, ducharme, desayunar… Pero inmediatamente caí en la cuenta que hoy, aunque sea lunes, es fiesta porque está de rojo en el almanaque: Uff!
Y ha sido en ese momento cuando he sentido la maravillosa sensación de que ¡qué va! Pero si ya no van por ahí los tiros. ¡Ahora soy dueño del tiempo! Ahora puedo seguir leyendo hasta terminar las 665 páginas, si tengo ganas o neuronas para soportarlo, incluso puedo tener una cita, pero sólo si lo deseo. Y mañana también. Aunque mañana ya no sea fiesta.
Y pensando, pensando he caído en la cuenta e todavía me quedan cadenas que romper, barrotes que eliminar, compromisos que renunciar si es que quiero renunciar. Ahora quiero aprender a ser dueño de mi tiempo, un tiempo que tenía antes hipotecado, dividido y comprometido.
Es una sensación extraña. La sensación de que el tiempo es un continuo. Ni que sea de día o de noche, martes o sábado, el tiempo no tiene horas. Ni siquiera las necesidades fisiológicas, ni las sociales que sean impuestas, el tiempo no tiene días. Sólo los impulsos que nacen del amor, o de la ética, o del capricho dirigirán tu dedicación.
Creo que ha llegado la hora de emborracharse, como decía Baudelaire (cita de Torrejón) con tu amante (como citaba José Antonio Hernández).
Pero sin prisas. Sólo las que quieras imponerte por aquello de los deseos cumplidos antes de espicharla.
Esto está bien.
Luiyi

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