martes, 10 de noviembre de 2009

EL SACRISTAN DE SANTA ANA

EL SACRISTAN DE SANTA ANA

Illustrisime atque elegantisime Princeps in civitate Algecirae:

El que suscribe Manuel Argumedo del Olmo, con D.N.I. nº 31179406P, con los debidos respetos y como mejor proceda en derecho, tiene el honor de exponer:
La semana pasada estuve paseando por la playa del chapapote (barbarismo inmediatamente absorbido por todos los medios de comunicación, cuando oyeron a un gallego pronunciarlo por primera vez, y que en castellano se dice y significa “alquitrán”), y observé todo el dispositivo montado para la limpieza y regeneración de la arena de la playa, como consecuencia de uno de los muchos vertidos que provocan uno de los muchos barcos que pululan por nuestra hermosa bahía.
No sé si toda esa maquinaria pesada, las seis furgonetas del ayuntamiento que iban de un lado para otro y todo el personal allí concentrado se debía a una operación bien organizada para obtener un resultado óptimo, o si, por el contrario, era todo un montaje al objeto de dar una buena imagen ante su presencia y ante todos los medios de comunicación que habían sido convocados esa misma mañana.
Ciertamente la foto salió bien y todos tuvimos la sensación de que se estaba trabajando en serio para que la playa pudiera recuperar su estado habitual de abandono durante el invierno, pero, en este caso, sin combustibles adheridos en sus arenas.
Pero no salí muy convencido y me quedé con la duda de que no se estuviera haciendo un lavado de cara superficial, como ocurre muy a menudo en vertidos de menor envergadura tan frecuentes a lo largo de todo el año. (Tengo que confesarle que soy un depredador convulsivo de las orillas del Rinconcillo y que conozco todos sus vericuetos, desde el puente que cruza su bahía, hasta la desembocadura del río Palmones, con parada obligada en “El sin nomnre”. Y he visto muchas veces cómo, en las zonas afectadas, desalojan lo más gordo y cubren el resto con arena.)
Sin embargo, este domingo comprobé algo que me llamó bastante la atención. Se había desplegado a todo lo largo de la playa una cuadrilla de hombres y mujeres, perdón Viviana, de mujeres y hombres provistos de palas, realizando catas cada 25 ó 30 metros, de unos 25 cts. de profundidad y a distintos niveles de marea, para verificar que no quedaban residuos ni en la superficie ni debajo de la arena.
En este caso, Don Tomás, me ha quedado la satisfacción y la certeza de que todo estaba bien hecho y no me queda otra opción que felicitarle.
Pero permítame que le haga algunas observaciones y una pregunta.
He oído a través de la radio que el montante de la arena manchada desalojada asciende a unas 1.200 toneladas.
Ciertamente son muchas toneladas y a las que hay que añadir los otros miles o cientos de toneladas que se van retirando año tras años como consecuencia de las muchas agresiones contaminantes que paralelamente sufrimos en nuestro litoral. Consecuentemente, a esto hay que sumar la que se lleva nuestro querido y habitual viento de levante.
Así que si seguimos así, en poco tiempo, nos vamos a quedar sin playa.
A la vista de la gravedad de los hechos expuestos, es por lo que me dirijo a V.I. en SUPLICA de que si a bien lo tiene, se sirva admitir la siguiente pregunta:
¿Se ha tenido en cuenta, a la hora de pedir responsabilidades económicas, el importe de la regeneración y reposición de la arena? Porque de alguna manera y en algún momento habrá que reponerla, no?
Es gracia que espero alcanzar del recto proceder de VI., previo cumplimiento de las formalidades reglamentarias que estime procedentes y cuya vida guarde Dios muchos años.
Algeciras, a 11 de noviembre de 2009.
Fdo. Manuel Argumedo del Olmo

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