sábado, 10 de octubre de 2009

La tentación del optimismo

José Antonio Hernández Guerrero

Permítanme que, en esta ocasión, caiga en la tentación del optimismo y declare mi confianza en que los implicados estudiarán detenidamente cada uno de los doce puntos incluidos en el documento de trabajo Bases para un pacto social y político por la educación. Me conformo con que, al menos, coincidan en la necesidad de reencontrar unos procedimientos eficaces para potenciar el esfuerzo de los alumnos, para mejorar la financiación de los centros, para aumentar el reconocimiento del papel de los profesores y, por supuesto, para lograr la excelencia en las actividades investigadoras, docentes y culturales de la universidad.
Me llama la atención el escaso eco mediático que ha tenido la reunión celebrada por el ministro de Educación, Ángel Gabilondo, y la secretaria general del Partido Popular, María Dolores de Cospedal. Con esta entrevista se abre la ronda de contactos con los partidos políticos para abordar ese Pacto de Estado Social y Político por la Educación que hemos demandado los ciudadanos durante los últimos años. Como ha señalado el Ministro, en esta ocasión, la voluntad política coincide con la voluntad ciudadana y pretende evitar que la interpretemos como un “brindis al sol” o como una estrategia partidista que busca votos en unos momentos de depresión psicológica, social y, por supuesto, económica.
En medio del estruendoso ruido provocado por el proyecto de Presupuesto de Estado y por la presunta corrupción del PP de la Comunidad de Valencia, recibimos como una bocanada de aire saludable la noticia de que los dos partidos mayoritarios, tras una reunión de apenas 28 minutos, hayan llegado a la conclusión de que un pacto educativo es “viable”.
En mi opinión es positivo que, a pesar de que Ángel Gabilondo es Catedrático de Filosofía, en su tarea como Ministro haya evitado la tentación profesional de gastar tiempo en discutir los principios en los que, según cada partido, se ha de apoyar la acción subsidiaria del Estado en la enseñanza y en la educación de los ciudadanos. Los propósitos que él formuló en el acto de toma de posesión se han transformado en planes y éstos se han traducido en el hecho de la reunión y en el calendario de nuevos encuentros con los demás colectivos responsables. Otro síntoma alentador es que ambos políticos hayan reconocido la “buena voluntad” del interlocutor y la disposición favorable para llevar a cabo “cambios normativos” pero, sin llegar a afirmar que se proponen elaborar una nueva Ley de Educación. Ya se han promulgados excesivas leyes que, sin corregir los principales fallos, han aumentado la confusión entre los profesores, el descontento de los padres y la ignorancia de los alumnos.
Otro dato positivo es la decidida voluntad de llegar a acuerdos entre todas las fuerzas políticas y las instituciones sociales, entre las comunidades autonómicas, profesores y asociaciones de padres de familia. Estoy convencido de que todos los que han mostrado su preocupación por el deterioro de la enseñanza tal como lo reflejan de manera continuada los diferentes informes, recibirán la invitación con agrado y aportarán sus ideas con responsabilidad. Elaborar un diagnóstico no les resultará difícil ya que pueden apoyarse, al menos, en los informes de la OCDE, del Consejo Escolar del Estado y de los consejos autonómicos.

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