viernes, 2 de julio de 2010

MISDU DASDEA YERYDE HOY

Recuerdo que yo tendría unos 18 años y que se me presentó una gran duda, una duda que no paraba de corretear por mi cabeza día y noche y se la planteé al superior Alfonso Guerrero que era un superior-superior, porque había otros superiores que eran de 2º orden, como Juan de Dios Regordán, Luis Suárez y otros que no eran padres, pero Alfonso Guerrero era un superior de primera como Barberá, pues bien, íbamos de paseo por el Campo Sur, ya cerca de la cárcel de mujeres que yo entonces tenía problemas para entender que hubiera mujeres en la cárcel y me decía: “tienen que ser unas mujeres malas, malas para estar ahí” porque yo no sabía que entonces una mujer podía estar en la cárcel porque se le antojara al rico, que en realidad yo no sabía nada de nada entonces y volviendo a lo que iba, le pregunté mi duda mientras miraba de soslayo, andando junto al pretil de piedra, los enormes dados de hormigón sobre los que se estrellaban inútilmente las olas: Padre, tengo una duda, -yo le dije Padre porque en aquellos tiempos se les decía “Padre” a los superiores-superiores-, dime, y entonces le dije la duda: Jesucristo, después de resucitar al tercer día de entre los muertos, estuvo con los apóstoles y algunas mujeres –que no vea le follón que después se ha liado con eso en los best sellers- y después ascendió a los cielos y lo que yo me he preguntado hace días es si Él, con su poder anuló la fuerza de la gravedad y entonces, con un pequeño salto, subió a los cielos, o si por el contrario, ascendió venciendo simplemente con su fuerza superior la ley de la gravedad. No recuerdo qué me contestó el Padre Alfonso Guerrero, pero me imagino que no me acuerdo porque haría como mi amigo el ingeniero cuando lo de las nubes que vuelan, que me contestó lo primero que se le ocurrió sin ningún atisbo de cientificidad creando el malestar interior ese que se crea en esos casos y seguro que por eso no me acuerdo.
No crea nadie que la pregunta, con mi inquietud incluida, era una falta de respeto o ganas de tomar a broma los misterios de la fe. No. Lo que ocurre es que yo soy un científico por nacimiento, que hay otros científicos que son científicos después de estudiarse inmensos libros, pero yo no, mi inquietud científica es hereditaria y no acepto verdades con vagedades sin explicaciones serias al explicarnos cómo funcionan las cosas, a mí no me sirve que me digan, por ejemplo, “los aviones vuelan porque tienen alas”, no, eso no me vale porque no es una explicación, pero si me dicen que vuelan porque la parte superior de las alas tienen una superficie mayor que la de la parte inferior, eso sí, eso tiene sentido y me vale, y por eso le hice la pregunta aquella al superior-superior Padre Alfonso.
Y seguía sin saberlo.
Pero al cabo de muchos años, mi amigo Juan García del Castillo me contestó la pregunta, aunque fuera a medias, pero fue sin hablar siquiera del tema, sino con su agudeza habitual dio en el clavo, porque resulta que yo le había hecho un busto de barro a Eduvigis que como había asistido yo a las clases nocturnas de la Escuela de Arte, supe hacer el vaciado y era una escultura hueca y Edu la pintó de cobre y se le parecía bastante y la puso en una especie de atril plano en la parte más visible del salón que estaba muy ufana ella y orgullosa de su busto, pero un día que estábamos los cuatro charlando en su casa yo no hacía más que mirar el busto y mirar a Edu y mirar el busto y mirar a Edu, y me levanté del sofá y me acerqué al busto y lo cogí con las dos manos y lo dejé caer al suelo con coraje porque resulta que se le parecía, eso sí, pero era una escultura muerta, no tenía la vida que Edu derrochaba y por eso lo dejé caer que se hizo añicos y Edu se quedó con la boca abierta que parecía que se había tragado una aceituna que ni para adentro ni para afuera y cuando reaccionó se enfadó mucho, que porqué había hecho yo eso y entonces fue cuando Juan, con su agudeza e ingenio dijo: Edu, no tienes que decir nada a Luis porque él es el creador y puede hacer con su obra lo que crea conveniente y ahí es donde dio en el clavo respondiendo sin saberlo a la pregunta que yo le hice al Padre Alfonso diez años atrás.
Pero sigo sin saber cual de las dos opciones eligió Él: anuló la fuerza de gravedad o la venció simplemente.
Imagino que no tendrá mucha importancia pero es que a mi me gusta saber cómo ocurren las cosas y eso es lo que ennoblece al humano.
Luiyi

No hay comentarios:

Sortear la vejez y vivir la ancianidad

José Antonio Hernández Guerrero El comienzo de un nuevo año es –puede ser- otra nueva oportunidad para que re-novemos nuestr...