martes, 27 de julio de 2010

CIFRAS CON ROSTRO HUMANO

Nos estamos acostumbrando a las grandes cifras, pero al hablar de personas cada una de ellas tiene rostro humano. Y cada persona, aunque se parezca mucho a otra, sin embargo la individualidad le hace totalmente diferente. Podemos afirmar, por tanto, que no ha habido, ni hay ni habrá otra persona idéntica a cada uno de nosotros. Todos somos protagonistas de nuestra propia historia, a pesar de que retumben, a espaldas de los intereses de los ciudadanos, los nombres de grandes empresas, superpotencias económicas y las negociaciones de grandes organismos internacionales.
Grandes entendidos nos vaticinan futuros mejores o peores cuando analizan el momento actual y entrecomillan el término “comercio internacional” como para alertarnos del respeto que se merece. Pero el comercio a nivel mundial también tiene rostro humano. El economista Gonzalo Fanjul nos dice que en el Sur de Asia, es la cara de una joven que cose camisas para una importante cadena de almacenes en Europa y Estados Unidos. En África, es el rostro de un cultivador de café. En el este de Asia, el de una mujer que trabaja ensamblando circuitos electrónicos para sistemas informáticos. Y en América Latina, el de un campesino que tiene que competir con productos importados desde Estados Unidos.
El comercio vincula las vidas de la gente sencilla con negocios de los países más ricos del mundo. Y aquí viene la denuncia.
Todavía en nuestro mundo, unos pocos se permiten tomar decisiones que marginan a millones de personas pobres y vulnerables. Con las reglas actuales del comercio se generan cada vez más diferencias entre los países pobres y ricos porque unos pocos países y grandes empresas ponen las normas.. Por ello, desde un punto de vista social y humano es inadmisible que la situación mundial siga según el modelo actual. No se debe permitir por más tiempo que los países ricos y las grandes empresas sean los verdaderos ganadores mientras cientos de millones de personas dependen de un sistema cada vez más inestable.
Hay que tomar conciencia de la situación de desigualdades, y no se deben tensar más las cuerdas ya que más de mil doscientos millones de personas viven prácticamente en la miseria y esa situación no puede perdurar en el tiempo. De hecho 21 países del mundo se encuentran en peores condiciones que hace diez años. La experiencia nos está advirtiendo que, como comunidad mundial, hemos de actuar con rapidez porque o nos cogemos de la mano para nadar unidos o nos hundiremos todos ya que ningún país, por poderoso que sea, se puede considerar una isla.
A pesar de los graves problemas y las dificultades existentes hay que convencerse de que todo tiene solución y el cambio es posible. Sabemos que el comercio, tal como se gestiona ahora, aumenta la pobreza porque todo está pensado para mantener el poder y los privilegios a costa de todo, aunque sea ver morir de hambre a grandes masas de seres humanos.. A pesar de todo, esto tiene solución.. En unos momentos, en los que se está en riesgo, es esencial salvaguardar reglas del juego que ayuden a orientar todas las acciones hacia el interés común. Habría que reconstruir un proceso de negociaciones desde el nuevo equilibrio de fuerzas, exigiendo a los países ricos que hagan, lo que no han hecho hasta ahora, realizar un gran esfuerzo para aprender a compartir y poner rostro a las cifras.
Sabemos que la ambición es mucha, pero estamos convencidos de que el éxito va a depender de la alianza de organizaciones y movimientos sociales preocupados y comprometidos por nuestro futuro.

Juan de Dios Regordán Domínguez

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