domingo, 26 de abril de 2009

EL ABORTO

.
Pienso que en determinadas circunstancias (que se deberán concretar por la Ley a partir de informes de científicos, para que no sea ad libitum), la mujer debe tener derecho a elegir la interrupción del embarazo.
Para pensar esto, parto de un supuesto biológico:
Es aceptado que desde el instante de la concepción hasta el parto, el embrión tiene un largo camino por recorrer: la evolución filogenética de la especie. Al principio es sólo una célula viva y al finalizar el primer mes, el embrión pesa un gramo. Al final de los dos meses, tiene rabo y es casi idéntico, en la forma, al embrión de un ratón o de una jirafa, por ejemplo, lo que representa un punto concreto de la evolución de los mamíferos. Al final de los tres meses pesa 15 gramos y aunque ya aparecen los riñones, aún no funcionan.
Pero el desarrollo de los órganos vitales no es, a mi juicio, tan determinante para la calificación de humano como el desarrollo del cerebro y sobre todo del cortex –residencia en el futuro del pensamiento y de la distinción entre animales y humanos-. Yo no sé cuándo se forma esta corteza del cerebro y empieza a ser funcional, pero cuando el embrión se parece en todo más a un ratón que a un ser humano, yo pienso que no es un ser humano puesto que no reúne las características fundamentales que definen a un ser humano. ¿Hasta qué semana de embarazo? Yo no lo sé, pero alguien tiene que fijarlo.
Por necesidad moral.
En justicia y si aceptamos que hombre y mujer tienen que tener los mismos derechos y oportunidades, el aborto, durante las primeras semanas del embarazo, debe ser legal. Pongo un caso para explicarme: Imaginemos que un chico y una chica, en un momento dado y debido a una excitación sexual, llevan a cabo un coito y lo pasan en grande (lo cual no es difícil de imaginar). Para muchos cristianos esto es un pecado. Pero ella se queda embarazada. Él no. Los dos se arrepienten (esto ya es más difícil de imaginar, sobre todo en él) y Dios los perdona –porque Dios perdona a los arrepentidos- pero él conduce su vida por otro lado y ella, por no abortar, tiene que sufrir nueve meses de embarazo y trastocar posiblemente todos sus planes de futuro para su vida, porque aunque Dios le perdonó, no le permitió, no le dio un plazo de tiempo, para arreglar la plana y no sufrir unas consecuencias que él no sufrirá. Yo no creo en ese Dios machista. Creo que Dios (para otros, la Naturaleza) dio ese plazo de tiempo. Estoy seguro que por eso el embrión se parece más a un ratón que a un humano durante unas semanas. Y que por lo tanto el aborto, en los casos que fije la ciencia, no es un asesinato.
Peor aún es el caso de violación. En cualquiera de las dos formas: por violencia física o por incapacidad moral de reacción (me refiero a cuando una chica sin mucha cultura y con baja autoestima es seducida por una autoridad de cualquier tipo, a la que no se atreve, ni sabe, oponer resistencia). No creo que se le deba obligar legalmente a esa mujer tener el hijo de “ese canalla” Lo de “resignación hija mía”, no lo acepto.
Un último caso es cuando la pareja feliz descubre que su futuro hijo tiene problemas congénitos sin cura y sufrirá sin compasión durante su corta vida si es que llega a nacer y si es que no mata a su madre en el intento. ¿Le negamos el derecho a abortar?
Yo creo firmemente que, bajo determinadas condiciones, la mujer –y sólo ella- tiene derecho a elegir la interrupción del embarazo. Las condiciones las tienen que concretar los legisladores una vez oída la información de los científicos.
Si las razones que utilizan los legisladores para fijar el punto de corte, son electorales, les maldigo; si son sinceras, les aplaudo.
Luiyi

.

1 comentario:

Carmona dijo...

Creo que al margen de cualquier reflexión de las llamadas "sesudas", la tuya lo es y en profundidad. Yo tampoco creo en ese dios machista, sino en un Dios que cocrea con los seres, un Dios que deja a los seres humanos la posibilidad de corregir los pequeños errores (o no errores) y las terribles consecuencias de los mismos, un Dios que es la Realidad y el Misterio y que es Amor, Perdón, Apoyo... .
¿No será esa visión condenatoria sin más del aborto un resto de la terrible mentalidad medieval que hemos heredado de la condena "eterna" de lo que algunos solterones metidos (muchas veces a la fuerza) en monasterios, llamaron sin más y por sus miedos: "pecado mortal" sobre todo en lo relacionado con la noble sexualidad?
¿Un dios que condena eternamente por un acto impulsivo? No creo en él.

Sortear la vejez y vivir la ancianidad

José Antonio Hernández Guerrero El comienzo de un nuevo año es –puede ser- otra nueva oportunidad para que re-novemos nuestr...