jueves, 16 de octubre de 2008

De Paco Melero

EL LOCO DE LA SALINA

¡HAY CADA ELEMENTO!

Decían los antiguos que el mapamundi y el resto del universo cosmos se compone de cuatro elementos: tierra, aire, fuego y agua. Yo no estoy muy de acuerdo. He visto muchos más elementos de carne y hueso paseando por la calle, pero, si los antiguos lo dicen, será así. El sábado pasado pudimos comprobar en nuestras propias carnes que no hay cosa peor que el agua, cuando se pone patosa y pertinaz. En todo caso, cualquiera de esos cuatro elementos tienen sus cosas buenas y sus cosas malas. Y yo, que no tengo otra cosa que hacer en el manicomio más que comerme el tarro, he pensado los brillantes pensamientos que siguen.
La tierra, por ejemplo, sirve para plantar las flores y para mantener firmes los árboles. Incluso algunos la emplean para echársela encima a algún asunto turbio. También se ha dicho siempre que los errores de los médicos los tapa la tierra. Sin embargo, tiene el inconveniente de que, cuando se mueve a lo bestia, nos mete el susto en el epicentro del cuerpo. De ella sabemos que al final va a ser empleada en darnos cristiana sepultura en nuestro entierro, palabra que nunca entenderé, pues debería ser “entierra”. Cambiemos de tema y dejemos tranquilos a los muertos, que ya tendremos tiempo de sobras el dos de noviembre y hasta entonces no vamos a estar tocando madera.
El aire es bueno, cuando está tranquilo, angelito. Es el padre directo de la sal y, si no fuera por el levante, nos comían a besos los mosquitos. Sin embargo el aire es capaz de despeinar a todos los que se le ponen por delante, excepto a los calvos. Lo mismo hincha las velas que sube las faldas.
El fuego es horroroso. No en vano, a la hora de inventarse un lugar jodido donde se pueda sufrir de verdad, los curas inventaron el infierno y además nos colaron de matute el Purgatorio, lugar de paso pero al parecer allí se disfruta de un fuego más llevadero. Otra cosa que escapa a mi cerebro. Aquí todos los incendios, duren más o duren menos, se apagan. Por lo visto allí en la otra vida el fuego del infierno no hay quien lo apague, de lo que se podría deducir que los bomberos no van al infierno. Sin embargo también el fuego tiene sus ventajas. Lo mismo sirve para hacer el puchero que para encender un cigarrillo.
El agua es para darle de comer aparte. A Dios el sábado se le fue la mano. Y mira que el agua tiene sus ventajas. Te quita la sed, te regala la playa y con ella lo mismo te puedes duchar que te puedes hacer el té de las cinco. Sin embargo, aunque aquí en el manicomio la vimos caer a chorros por las ventanas, no pasamos lo que padecieron el sábado muchas criaturas que se ven ahora en la calle por culpa de ella.
Por eso creo que el mundo está mal hecho, aunque la Biblia diga que Dios vio que todo era bueno. Y yo no tengo más remedio que preguntarme. ¿Todo esto ha sido por culpa de comerse una manzana Adán y Eva? ¿Con toda el agua que ha caído no se podría haber apagado el infierno para los restos? ¿Acaso no cayó agua para apagar incluso parte del Purgatorio? Después de lo visto el sábado ¿no será mejor amenazar a los malos con un infierno en el que hubiera agua en lugar de fuego? O en todo caso ¿no sería más justo darles a los malos la doble opción de quemarse o de ahogarse? Para volverse loco. Vamos a terminar pasando de la crisis bursátil a la crisis de los principios en los que nos hemos criado.

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