sábado, 4 de octubre de 2008

DE JOSE ANTONIO HERNÁNDEZ.

Palabras pasadas de moda

José Antonio Hernández Guerrero

Las mismas razones que provocan que, en un momento determinado, algunas palabras irrumpan en nuestro vocabulario y las repitamos sin cesar, influyen para que, de pronto, otras desaparezcan de la circulación y, a veces, hasta se borren de los diccionarios. Y es que las vicisitudes de nuestro lenguaje dependen, como es natural, del rumbo y del ritmo de la vida, de la evolución de los gustos y, en cierta medida, de los "caprichos" de la moda.

La moda se define -como es sabido- por su radical transitoriedad, por la rapidez con la que surge y se esfuma, por la aceptación entusiasta con la que, ilusionados, la acogemos y por la fría displicencia con la que, aburridos, la rechazamos. Si es cierto que todas las modas son pasajeras, también es verdad que, a veces, regresan mostrando nuevos alicientes.
Seguimos la moda para expresar nuestra disposición de conectar con el momento presente, para mostrar que seguimos estando vivos y coleando, pero hemos de evitar que, con la obsesión de cambiar para seguir siendo los mismos, corramos el riesgo de desechar unos objetos o unos usos que son valiosos, y los sustituyamos por otros que carecen de utilidad y, quizás, de belleza.

Este fenómeno, que es tan frecuente en el ámbito de los vestidos y del glamour, también lo observamos en el terreno de la literatura y del lenguaje en general. Fíjense cómo, por ejemplo, una buena promoción publicitaria convierte en best-seller cualquier novela, con independencia de su valor literario.
Éste fenómeno es tan frecuente que muchos lectores han llegado a creerse que un libro, por ser el "más vendido", es una obra que está dotada de calidad. Con las palabras nos ocurre algo parecido: algunos cambian el léxico impulsados por el deseo vehemente de mostrarse modernos, o movidos por el comprensible temor de que, el simple hecho de pronunciar un vocablo algo desfasado les pueda granjear la etiqueta de persona que no está "al loro", o mejor dicho, que no está al día, al corriente de las modas actuales.
Pero aunque es cierto que algunos hablantes emplean palabras insólitas por el simple deseo de llamar la atención, también es verdad que los cambios léxicos son inevitables, debido a causas lingüísticas, históricas, sociales y psicológicas, o, dicho de otra manera, por la permanente evolución de la vida y por la aparición de realidades nuevas. Por esta razón, opinamos que nos puede resultar interesante repasar esas palabras que hace escaso tiempo empleábamos.
De esta manera podremos comprobar cómo, efectivamente, el mundo de hoy es muy diferente al de hace escasos años.
Con esta intención -y a propuesta de algunos lectores adictos- en este espacio, que lleva por título genérico "Del Puente a la Alameda ", podremos recordar ese pasado nuestro que, aunque haya transcurrido escaso tiempo, se ha separado notablemente de nuestra actual manera de pensar, de hablar y de actuar. Es una forma fácil de advertir la extraordinaria capacidad que poseemos para adaptarnos de manera casi insensible a situaciones nuevas.
Si prestan atención, ya verán como ustedes mismos se sienten sorprendidos al comprobar cómo, casi sin advertirlo, el vocabulario que emplean en la actualidad para designar, por ejemplo, los vestidos, las viviendas, los muebles, las herramientas, las profesiones o los cosméticos, han cambiado en una proporción bastante mayor de la que podrían imaginar y cómo algunos términos que muchos de nosotros empleábamos con relativa frecuencia, en la actualidad, son desconocidos por los más jóvenes.

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