miércoles, 23 de diciembre de 2009

Pobreza, crisis, esperanza. Juan de Dios Regordán

Pobreza, Crisis y Esperanza son palabras con significado diferente, pero cogidas de la mano en los momentos actuales. La pobreza es hija de un presente injusto, con futuro incierto. A la pobreza están llegando cada vez más personas, producto de una crisis no sólo financiera sino de un sistema global caduco. Es un sistema que ha dejado de tener sentido social e incluso económico. Gran número de personas están siendo victimas de la crisis, perdiendo sus puestos de trabajo, pasando de la inseguridad a la precariedad en el empleo y a la pobreza.

La situación económica está afectando a toda la sociedad, pero de una manera muy especial a quienes menos tienen, a las personas más desprotegidas. La inseguridad se cierne en quienes han perdido su empleo y no se resignan a vivir de subsidios. Citemos algunos casos: Mujeres abandonadas por sus parejas y con cargas familiares, intentan sobrevivir a duras penas, si permanecen fieles a su dignidad de personas. Jóvenes con preparación y cualificación tienen que soportar la humillación de sueldos indignos. Peor lo tienen aquellos otros que sufren desempleo por su baja cualificación, que dificulta más aún su integración laboral y social.

Es indignante que los gobiernos para salvar el “sistema financiero global” les hayan inyectado grandes cantidades de dinero. Con sólo un uno por ciento de ese dinero entregado a los bancos se podría resolver el desastre de millones de personas que son víctimas de la hambruna. Pero hay que pagar la recompensa para mantenerse en el poder establecido. La crisis no es un casual. Es la consecuencia de una economía centrada en la acumulación, en la especulación sin importar los daños personales y medioambientales. Se ha creado una situación injusta, para hoy y para el futuro.

Hay que atreverse a decir que es imprescindible reflexionar y hacer propuestas, atajando las causas que han generado la situación actual, desterrando las operaciones de maquillaje, yendo a la raíz de las causas de la pobreza. Es urgente salir de la crisis, pero sin olvidar que el problema central es cómo resolver los problemas injustos que están destrozando a la humanidad. Por ello, con muchas dosis de esperanza, las soluciones han de tener presente lo concreto, sin olvidar al conjunto de la humanidad, desde una visión del bien común, de las personas de hoy y del futuro

En este mundo convulsivo, tenemos que ser personas de Esperanza y crear momentos de Esperanza. Tenemos, como ciudadanos, la obligación de exigir y aportar soluciones globales con actuaciones concretas. Es fundamental, por tanto, tomar conciencia de nuestro protagonismo y concebir la participación ciudadana como un derecho irrenunciable. Hay que proclamar que la gestión económica en democracia no puede ser responsabilidad exclusiva de las instituciones públicas ni de los políticos.

Todos tenemos un papel que desempeñar y hay que insistir en la participación ciudadana en las distintas organizaciones y plataformas sociales. La salida de la crisis pasa por lo comunitario, lo social y la cooperación. De lo contrario, estaremos apuntalando un sistema injusto y favoreciendo su repetición continua. Finalmente hay que afirmar que la pobreza se irradicará con la justicia, en la esperanza de que otro mundo es posible La crisis la superaremos si tenemos la esperanza y el coraje de erradicar la pobreza a través de un nuevo sistema participativo y justo.

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