miércoles, 30 de julio de 2008

LOS VALORES DEL POBRE JUAN. Juan de Dios


En el silencio de la noche permaneces en mi mente y quisiera que para siempre llegara tu mensaje a mi corazón. No has tenido mucha suerte para los que gobiernan ni para los que depositan su afán en el prestigio y el dinero. Tú, amigo Juan, te contentas con otros valores. Tu sinceridad derrumba todos los conocimientos teóricos de la misma teología de manual. Tú eres de otra materia. Para ti no hay prostitutas, sino compañeras.

Ayer, al llegar al comedor, no querías comer porque tu perro estaba enfermo. Si él no podía comer, tú tampoco lo querías hacer. Tenías hambre, pero el cuerpo te pedía ayunar. Me decías…”¿Cómo voy a comer yo, si mi perro, mi fiel amigo, está a punto de morir…? Con cariño y lágrimas en tus profundos ojos, me transmitías:”¿Qué va ser de mi cuando pierda a mi perro?…es mi amigo, siempre me ha sido fiel y yo debo corresponderle…”

Amigo Juan, con tu conversación llena de profundo cariño, me llegabas a sentir envidia de tu esquelético perro. Vuestras miradas eran cómplices del mucho sufrimiento y abandono de un mundo que os ignora y os da de lado. Pero vosotros os entendéis y queréis seguir juntos. El sentimiento desesperado que me lanzaste deja a cualquiera sin armas de defensa. “Si mi perro muere…yo deseo morir también con él…”

Ahora, a media noche, te imagino durmiendo en tu refugio, en un portal abandonado o en un cajero del que cada mes puedes sacar trescientos veintiocho Euros con 44 céntimos. Esta es tu pensión de invalidez. La tuya parece que no ha entrado en el lote de las promesas. Pero, tú lo que necesitas es cariño. Con el de tu perro te basta. ¡Ojalá sepamos saber sintonizar con tus sentimientos, que son los sentimientos de un POBRE!


Juan de Dios Regordán Domínguez

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