miércoles, 8 de julio de 2009

ESTO ES OTRA HISTORIA

EL LOCO DE LA SALINA


Llevaba yo tiempo figurándome que vivía en otra época. Los locos tenemos esas partidas, pero es mejor callarse, porque también los cuerdos se pasan la vida haciendo multitud de películas sobre el regreso al futuro, la máquina del tiempo y todas esas cosas raras. He soñado muchas veces que yo era un romano al ponerme las zandalias de verano, que era un árabe al echarme la toalla sobre la cabeza, que era un renacentista al contemplar el cielo y creerme que la Tierra es la que se mueve alrededor del sol, que era un astronauta al observar el traje espacial de un muñeco de mi nieto. Sin embargo no podía imaginarme que de golpe, sin comerlo, ni beberlo, me iba a dar de cara con un montón de cañaíllas metidos de lleno en una época imaginaria que abarca varios siglos desde no se sabe cuándo y no se conoce hasta dónde. Eso mismito me ha pasado en La Isla con el Mercado que se extendió el pasado fin de semana sobre una parte más o menos arreglada de la calle Real en obras, que por cierto sigo defendiendo que va a ser un pelotazo (por supuesto cuando acaben las malditas obras). Había tanto personal paseando, viendo y comiendo, que las dudas que yo tenía sobre la manera de ser de La Isla se fueron despejando. Una chica en una bicicleta era capaz de darle mil vueltas a unos caballitos que no eran más que trozos de ruedas de camión con unas orejeras, un chico balanceaba una cunita llena de niños sin más energía que la que proporcionaban sus brazos...Si todo funcionara sin electricidad, ya podía el gobierno subirnos la luz cuanto le diera la gana.
Todo lo cual quiere decir que en La Isla, en cuanto nos ponen cuatro cosas juntas con un punto de originalidad, los cañaíllas nos volcamos y disfrutamos. ¡Para que las malas lenguas digan después que aquí no hay más que procesiones! Había caramelos de todas clases, quesos para poner el colesterol como una moto, carnes en barbacoa para no coger el sueño, rastrillos de madera, espadas, cuadros, lámparas, fotos, especias incluso para cuando a uno le duele la cabeza el fin de mes, juegos infantiles simples y siempre de madera...Parece que Acosafe está cogiendo otro rumbo y por eso hay que felicitar a quienes parieron la idea y a quienes la pusieron allí. Yo los admiro, porque a mí no se me ocurren esas cosas, ya sea por lo desquiciado que tengo el coco, ya por tener siempre el coche encendido para irme a Cádiz, a Chiclana, a Conil o donde se tercie, antes que quedarme en una ciudad muerta viendo pasivamente sacar santos a la calle y condenado a ser eternamente espectador. La cosa me gustó y creo que también los locos podemos llevarla a cabo en el manicomio. Lo único que me echó para detrás es que la cartera me comenzó a dar voces advirtiéndome de que, como me pusiera a comprar detalles o a montar a mi nieto en los dos cacharritos que había, ella se abría definitivamente. Para la próxima vez espero que las cosas sean más baratas y que montar a mi nieto en un cacharrito medieval o renacentista o de la época que sea, no llegue a costar 2 euros, teniendo en cuenta que allí se ha gastado menos en luz que un calvo en peines.Por cierto, hablando de dinero, ¿dónde están los siete millones y pico de euros que desaparecieron? Ya la gente no habla del tema. Si a mí me robaran esa cantidad, estaba todos los días ronco de gritar y de preguntar sobre su paradero. Pero es que da la casualidad de que es a mí a quien han robado esa cantidad. Y a usted, y al otro de la esquina. Bueno, a lo dicho, felicidades a Acosafe y al Ayuntamiento. Que no decaiga y que aparezca la pasta de una vez

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