lunes, 20 de septiembre de 2010

ALBAÑILES

Entre las muchas maldiciones que circulan por el mundo, hay una que le atribuyen a los gitanos y es ¡¡ ALBAÑILES EN TU CASA ¡¡, esto no es un piropo.

Las viviendas, como las personas, necesitan, en ocasiones, pasar por el “quirófano”, unos arreglitos, unos retoques, cambiar la bañera por plato de ducha porque nos vamos haciendo mayores, las tuberías se están resintiendo, los suelos se han deteriorado y un sin fin de detalles que van saliendo. Hay que darle al piso “un lavadito de cara” para estar tranquilos y cómodos una temporada.

Para llevar a cabo esta labor topamos con el gremio de la construcción, “del chapú”, eso tiene tela, pero tela marinera. Cuando comentas tus proyectos todo el mundo te dice que te queda por pasar un calvario, pero que no te preocupes, finalmente todo saldrá bien, lo sufrido se te olvidará y estarás contento de haberte metido en ese lió. Tienes asumido ese trance que luego no es ni un 10% de lo que te ocurre en vivo y en directo.

Pedir los permisos al Ayuntamiento, comprar los materiales, concertar las fechas de entrega y contratar a los albañiles es el primer paso. En las negociaciones con este personal no sabes si elegir entre la modalidad “precio cerrado” porque aligeran la obra todo lo que pueden con el peligro de deficiencias por la prisa en acabar, o la de “pago por jornal”, por días trabajados, ya que en este caso la lentitud se apodera de la reforma, los plazos se alargan, y el cabreo aumenta exponencialmente al tiempo transcurrido.

Siento decir, por mi experiencia, que a este colectivo le la da lo mismo 8 que 80. Si se rompe más de la cuenta, te dicen: que vamos a hacer, eso es así. Si se estropean materiales por mal uso o descuido, repiten: es lo normal en una obra. Suma y sigue.

Lo único fijo en el tajo es “la hora del bocadillo”, a las 10 en punto por el meridiano de Greenwich se para la faena media hora y lo que caiga para comer y echar el cigarro, cuyo humo se repite las veces que haga falta a lo largo de la jornada porque “todo no va a ser trabajar” y además “en todos los trabajos se fuma”.Llegar puntual a la labor y abandonarla es un mito, siempre hay imprevistos.

Como les des mucho” la vara” para que aligeren o te arreglen algo que no te parece bien corres el riesgo de romper las relaciones de buena convivencia y te puedes encontrar con que te pidan la cuenta, este como este la obra, y “hasta luego Lucas”. Solo pensar en buscar otra cuadrilla con lo que ya conoces se te ponen los pelos de punta, así que traga saliva, usa la muleta con mano izquierda e intenta acabar la faena lo mejor posible. La lidia finaliza cuando el último albañil hace el paseíllo y sale por la puerta de tu casa. Tú juras y perjuras no meterte más en un “chapu”, pero este propósito es difícil cumplirlo.

Así es que yo recomiendo para hacer penitencia, perder peso y pasar un verano calentito, sin playa pero bronceado por dentro, hacer una reforma en el “hogar dulce hogar”.

Algeciras, 19 d Septiembre de 2010
Andrés Baquero Molina

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