EL GRAN PUZZLE

                   En el principio de los tiempos, allá por la época que no conocemos en la que algunos estudiosos sitúan el Big-Ban, la gran explosión de la que se originó el universo, se formaron las estrellas, los planetas, la Luna, los agujeros negros…, que se crearon no sabemos por quién, finalmente apareció el humano cuando todo estaba hecho, la guinda del pastel. La evolución lo llevó a otros mundos que nada tenía que ver con su hábitat natural. Voló como los pájaros, nadó como los peces, pensó como el ser superior que había hecho lo que contemplaba porque él no se había engendrado asimismo, ni nacido por generación espontánea.

No le cabía en la cabeza que todo aquello saliera de la nada que no es más que nada, es el no-ser, la negación de una realidad que no existe, y no se puede negar lo que no es, proclama la lógica.

En esa tesitura estuvo cientos, miles de años, enterrando a sus muertos, preparándolos para un viaje a no sabía que lugar en el cosmos espiritual porque en el material ya no estaban vivos, era evidente.

Con ese pensar llegó a la idea de un Ser Supremo, hacedor de todo lo visible e invisible, y entendió el gran enigma de la persona: Dios, esté donde esté desde la eternidad, ha creado un gran rompecabezas cuyas piezas esparció, y que en el devenir va colocando a cada una en su sitio hasta la última etapa. 

Pero no reveló quién tenia que llegar primero para rellenar el tablero, porque para Él no existe el principio ni el final, ni el tiempo ni el espacio, ni lo espiritual ni lo material y solo lo podremos comprender cuando nos veamos cara a cara en el puesto que nos ha correspondido en el gran puzzle de la creación.

             Andrés Baquero