domingo, 1 de agosto de 2010

AUTOESTIMA Y NARCISISMO POLÍTICO

Tal vez pueda parecer fácil afirmar que el ser humano por naturaleza es sociable, que es relacional, pero cuesta en la práctica comprender que "yo soy yo" en tanto en cuanto me relaciono adecuadamente con los demás. Es fundamental la estructuración de la individualidad y de la comprensión del sentido de una sociedad abierta a la participación de todo lo bueno que puedan aportar cada uno de los ciudadanos al bien común. Hemos de recordar que todos somos necesarios y nadie se debe considerar imprescindible Aquello de “estoy al servicio y aceptaré lo que determine mi partido”, no siempre es verdad.
Si los políticos siempre tuvieran una actitud de servicio, no tendríamos que contemplar el triste y bochornoso espectáculo que se está dando a nivel nacional, regional, provincial y comarcal. Hay quiénes tienen ojos de lince para criticar y son miopes para trabajar, servir y escuchar a los ciudadanos. La sinceridad no consiste en decir lo que se siente sino en ver si realmente somos lo que deberíamos ser e ir caminando a ser lo que debemos ser. El pueblo pide hechos y no palabrería barata ni circos forzados por protagonismos absurdos.
Aunque realmente cueste aceptar las relaciones humanas como ejes fundamentales de convivencia; sin embargo, hay que recalcar que el ser humano madura en la medida en que se relaciona con los demás, si sus relaciones son auténticas. De lo contrario, no se llegaría a la categoría de ser humano. Es desde un sistema de valores personalmente asumido, donde se reconoce la dignidad de toda persona humana, incluido uno mismo. Desde la seguridad que otorga la autoafirmación, es desde donde el ser humano se abre generosamente a los demás como personas que merecen todo respeto y estima. En este contexto es donde se siente lo que realmente se es, parte integrante y responsable de la familia humana. Esta es una actitud opuesta a la del narcisismo que se da en bastantes dedicados a la política.

El egoísmo del narcisista no se debe a que se estime mucho, demasiado, sino precisamente a que se estima demasiado poco y mal. El objeto de su interés es un "yo superficial", incompleto, castrado. El narcisista suele estar tan prendado y prendido de sí mismo que los demás apenas cuentan para él. El narcisismo es un pseudo amor a sí mismo desvinculado del interés y preocupación por el prójimo. Dicen servir y se sirven. En muchas ocasiones se está confundiendo democracia con votación y suma de mayorías, alejándose del genuino significado y realidad que ha de ser "participación y corresponsabilidad en el gobierno" puesto que en democracia es el pueblo (todo el pueblo) el que ejerce la soberanía.
Hay que estimular en todos la voluntad de participar en los esfuerzos comunes. Una regeneración política, como servicio al ciudadano, está clamando y debe llegar cuanto antes si no queremos colmar la desilusión y el desgobierno del pueblo. Para establecer relaciones liberadoras y ricas con otras personas, para dedicarse al servicio de los demás con generosidad y en libertad, se requiere un mínimo de autoestima. De lo contrario, se llamará interés por el pueblo a la manipulación de los otros, por un afán más o menos consciente de satisfacer las propias necesidades insatisfechas, entre las cuales una de las prioridades es la de sentirse aceptado por las masas y no por las personas.
Armonizar la cercanía de todo el pueblo con la autoridad con unas buenas relaciones es fundamental si queremos una sociedad en la que todos sin excepción sean tratados como iguales en dignidad y posibilidades.

Juan de Dios Regordán Domínguez

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