jueves, 9 de diciembre de 2010

JUSTIFICACIÓN DEL PRESENTE Y SENTIDO DEL FUTURO

Se habla mucho de “memoria histórica” y hay quiénes sacan su provecho de las posibles localizaciones y de los sentimientos contenidos en rescoldos sin estar totalmente apagados. Jugar con los recuerdos y sacarlos a flote puede ser peligroso. El hombre de hoy, no anhela una explicación del pasado, sino que busca una justificación del presente y un sentido del futuro. Es interesante conservar todo aquello que, de alguna manera sean muestras y señas de nuestras raíces y de nuestra historia. De ninguna de las maneras podemos despreciar nuestro pasado reciente, pero ello no quiere decir que tengamos que resucitar los recuerdos de odios y contiendas de lo que ya es historia.
La Democracia no es que “haya venido a España”, sino que realmente los españoles hemos sido los que nos hemos puesto de acuerdo en trabajar juntos para construir un Estado en que el pueblo decidiera; que el Poder estuviera distribuido entre las diversas nacionalidades y regiones que la integran; y donde los derechos humanos y las libertades públicas constituyeran el fundamento de toda acción política. Por tanto, ahora ni somos autómatas sin derecho a reflexionar ni debemos admitir que seamos programados por el poder político.
La sociedad no se construye sólo con relaciones de derechos y deberes. Con frecuencia se ha creído que la creación de instituciones bastaba para garantizar a la humanidad el ejercicio del derecho al desarrollo. De forma desafortunada se ha depositado una confianza excesiva en las instituciones, casi como si ellas pudieran conseguir el objetivo deseado de manera automática. Sin embargo, sabemos que las instituciones por sí solas no bastan, porque el desarrollo integral es ante todo vocación y, por tanto, comporta que se asuman libre y solidariamente responsabilidades por parte de todos
Vivimos en un siglo en el que gozamos de posibilidades técnicas, científicas y culturales de desarrollo individual y colectivo como en ninguna otra época anterior se tuvo. Sin embargo, cuando se fija como objetivo exclusivo el beneficio, muchas veces mal obtenido y sin mirar el bien común, se corre el peligro de destruir riqueza creándose pobreza. Se dice que no podemos dar al otro de lo nuestro sin haberle dado antes lo que en justicia le corresponde. El hambre en el mundo no depende tanto de la escasez material, cuanto de la insuficiencia de recursos sociales, el más importante de los cuales es el de tipo institucional, capaz de asegurar que se tenga acceso al agua y a la comida de manera regular y adecuada desde el punto de vista nutricional.

En el contexto actual social y cultural en el que está difundiéndose la tendencia a relativizar lo verdadero, hemos de comprender y defender que la adhesión de los valores del cristianismo no es sólo un elemento útil, sino indispensable para la construcción de una buena sociedad y un verdadero desarrollo humano integral. En España es posible regenerar la democracia, conseguir una convivencia basada en la tolerancia y la libertad más plena. Es posible construir una sociedad democrática avanzada en la que todos y cada uno, por el hecho de ser ciudadanos, tengamos un mínimo vital asegurado y donde la igualdad inicial de oportunidades sea la condición indispensable para el reconocimiento y la recompensa del esfuerzo y del mérito. Las nuevas formas de esclavitud, como la droga, y la desesperación en la que caen tantas personas tienen una explicación no sólo sociológica o psicológica, sino esencialmente espiritual. No puede haber desarrollo pleno ni un bien común universal sin el bien espiritual y moral de las personas, consideradas en su totalidad de alma y cuerpo.

Juan de Dios Regordán Domínguez
juandediosrd@hotmail.com

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