martes, 1 de febrero de 2011

UNA SOCIEDAD DEMOCRÁTICA AVANZADA


En el Preámbulo de nuestra Constitución hay objetivos y aspectos que aún no están plenamente conseguidos. Puede ser oportuno hacer una reflexión sobre el grado de cumplimiento en la consecución de estos objetivos y las acciones que serían necesarias emprender para aproximarnos al objetivo concreto fundamental: "Establecer una sociedad democrática avanzada". Es verdad que hace unos años se experimentó un avance importante en el orden económico, pero no se pusieron los pilares adecuados para que ese progreso hubiera sido socialmente justo y duradero y las consecuencias se están pagando ahora. Hay quiénes dicen que en los años de bonanza empezamos a vivir por encima de nuestras posibilidades y, sin darnos cuenta o a sabiendas, nos lanzamos a disfrutar con más posibilidades de bienestar que las que realmente teníamos. Tal vez se olvidó que la cultura y la economía han de asegurar a todos una calidad de vida digna. ¿Abandonamos la cultura y creímos que con sólo la economía podíamos progresar? ¿Progresar hacia dónde?

Ahora hemos de preguntarnos si toda la sociedad ha colaborado realmente tanto en ese falso bienestar, callándonos a la hora de participar en la apropiación de regalos propagandísticos que nunca debieron ofrecernos ni pertenecernos como en dormir plácidamente en el silencio cómplice de la injusticia. El fortalecimiento de las relaciones pacíficas depende de la participación de todos. Me decía un amigo que no podemos permitirnos ahora mirar si todos los poderes públicos promueven las condiciones para que sean reales y efectivas la libertad y la igualdad y el bienestar para todos Ha llegado el momento, me decía, de arrimar el hombro para que haya bienestar para todos. Tal vez más que nunca sea necesario establecer un marco de prioridades y relaciones entre los valores superiores que propugna la Constitución: la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político. Aunque pretender conciliar estos valores presenta complejos problemas, máxime en estos momentos difíciles por el paro.
Sin embargo, hay que jerarquizar esos valores y parece lógico que el primer principio que debe presidir la acción política ha de ir encaminado a proporcionar el marco más amplio posible de igual libertad para todos, hasta donde sea compatible la de cada individuo con la libertad y los derechos de los otros..
El segundo principio debe garantizar la existencia real de igualdad de oportunidades de manera que las desigualdades sociales, económicas y culturales que puedan darse sólo sean debidas al esfuerzo y mérito desarrollados por cada individuo.
El tercer principio debe exigir que la riqueza producida en la sociedad contribuya a mejorar la calidad de vida de los menos favorecidos. Las desigualdades sociales y económicas que existan en la sociedad, deben ser reducidas o corregidas mediante la intervención directa o indirecta de los poderes públicos.
Lo anterior lleva a fijar como primer objetivo de una sociedad democrática avanzada el desarrollo más pleno posible de las libertades; y como segundo, la liberación de las desigualdades injustas. Esto quiere decir que hay que promover la igualdad de oportunidades y garantizar un mínimo social adecuado a la dignidad de la persona.
Si pretendemos conseguir "ir a más" hemos de recordar que "progresista" no lo es todo el que lo dice, sino que progresista es aquel que contribuye a que haya más libertad, a que los derechos humanos estén mejor garantizados y sean más efectivos, a que las instituciones sean más democráticas y participativas, a que el pluralismo se desarrolle, a que el poder esté más distribuido y descentralizado, y a que la igualdad de oportunidades y el bienestar social estén cada vez más universal e íntegramente asegurados, sin privilegios.
Juan de Dios Regordán Domínguez
juandediosrd@hotmail.com

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